Residentes de la región autónoma uygur de Xinjiang, en el noroeste de China, rebaten desde Urumqi las acusaciones de trabajos forzados y de opresión de las libertades religiosas.
Tursuntohti Matyusuf, de 23 años, asegura que su vida ha mejorado desde que se trasladó a la ciudad de Korla, en el centro de la región autónoma uygur de Xinjiang. Tursuntohti proviene de Hotan, en el sur de la región. Dijo: "Me gano bien la vida desde que empecé a trabajar en Korla. Envío dinero a casa cada mes y la vida de mi familia ha mejorado. Ahora tienen mejor comida, ropas y mejores bienes básicos. Mis padres están felices y aseguran que he crecido y me he vuelto responsable".
Tursuntohti detalla que gana 4.000 yuanes al mes, unos 600 dólares. Pero espera poder ganar más.
Él afirmó: "Me gusta mi trabajo. Trabajaré más duro para ganar más dinero. De esta forma podré darle una mejor vida a mi familia en el futuro".

Trabajadoras locales de la región autónoma uygur de Xinjiang.
A sus 50 años, Abdul Juma, también de Hotan, asegura no haber sentido, jamás, opresión religiosa. Dijo: "Trabajo en esta fábrica de cemento desde 2013. La compañía respeta nuestras costumbres diarias y abrió, especialmente, un comedor musulmán, donde ofrecen pilaf, fideos, pollo picante, pitir manta y muchos otros alimentos. Nuestros favoritos. En el distrito de Luopu, donde vivo, pueden verse por todas partes restaurantes musulmanes. Solemos invitar a nuestros amigos a estos restaurantes durante las fiestas".
Abdul cuenta que, con motivo de las festividades, se reparten subsidios y prestaciones y que jamás nadie ha interferido en bodas, funerales y otras actividades tradicionales.