¿De dónde viene el coronavirus? Mientras los científicos de todo el mundo han estado trabajando para encontrar la respuesta, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ordenó a la comunidad de inteligencia norteamericana que investigara y encontrara la respuesta, recurriendo a los espías en lugar de a los científicos para que sean ellos quienes determinen la respuesta a una cuestión que es puramente científica.
Como era de esperar, fueron incapaces de llegar a una conclusión. Según el último informe, la investigación de 90 días sobre la COVID-19, ordenada por Biden, ha arrojado respuestas no concluyentes. El Washington Post escribió que muchos científicos se han mostrado escépticos acerca de la misión, diciendo que "la averiguación podría necesitar años de investigación".
La comunidad de inteligencia de los Estados Unidos de hoy está impulsada por agendas políticas en conflicto y tiene uno de los peores registros imaginables en la entrega de información fiable. Hablando sobre el informe de los orígenes de la COVID-19, un funcionario estadounidense le dijo al Washington Post que la comunidad de inteligencia "no es necesariamente la mejor equipada para resolver este problema".
Usar espías para responder a cuestiones científicas es tan ridículo como pedirles a los científicos que realicen operaciones de espionaje. Sin embargo, a pesar de sus repetidos fracasos, parece que los políticos estadounidenses confían más en los espías que en los científicos. No es sorprendente que vuelvan a fallar otra vez.