Tras más de 90 días, el denominado informe sobre el rastreo de los orígenes de la COVID-19 elaborado por la agencia de inteligencia estadounidense no llega a una conclusión clara, pero culpa a la "negativa de China a compartir información". De hecho, esta posición sigue siendo la más conveniente para los propios Estados Unidos. "Echar la culpa" a China revela la zozobra sobre la conciencia culpable de Estados Unidos y hace que sus propios puntos débiles sean descubiertos.
Desde el principio, Estados Unidos, además de dejar de lado la comunidad científica y ordenar a la agencia de inteligencia rastrear los orígenes del virus, parece que se ha propuesto convertir este informe en una herramienta política para difamar a China. Aun cuando no se pueden encontrar evidencias, "ocultar información" es una de las "imputaciones" que Estados Unidos ya tiene preparada para China.
Las mentiras no pueden ocultar la verdad. Desde informar en los primeros momentos de la pandemia a la Organización Mundial de la Salud, hasta compartir la secuencia genética del virus con países de todo el mundo, pasando incluso por llevar a cabo la cooperación internacional en la prevención y el control de la pandemia, la línea cronológica de la lucha contra la pandemia por parte de China ha sido siempre clara y los hechos han sido siempre detallados y exactos.
En cuanto a la cuestión del rastreo de los orígenes de la COVID-19, China siempre se ha adherido a la apertura, la transparencia y la cooperación activa y ha invitado dos veces a expertos de la OMS a China para realizar investigaciones de rastreo de los orígenes de la COVID-19 sobre el terreno. Entre ellos, un equipo de expertos de la OMS visitó el Instituto de Virología de Wuhan y otros lugares durante su visita a China en febrero de este año. Los miembros del grupo de expertos elogiaron la transparencia de China. El informe conjunto de la investigación realizada por China y la OMS sobre el rastreo de los orígenes de la COVID-19, publicado oficialmente a finales de marzo, llegó a una conclusión autorizada sobre dicho rastreo, señalando que es "extremadamente improbable" que el virus se hubiese filtrado de los laboratorios.
El trabajo de rastreo de los orígenes de la COVID-19 es esencialmente una cuestión científica. El foco de la próxima etapa de la investigación de rastreo de los orígenes la COVID-19 debe llevarse a cabo en varios países y lugares del mundo, y todas las partes deben cooperar activamente. Pero lo sospechoso es que, siendo el país con mayor número de casos confirmados de COVID-19 en el mundo, Estados Unidos se niegue a revelar los datos de sus primeros contagios, mientras que continúa poniendo obstáculos en el rastreo de los orígenes de la COVID-19 en su país. Esto demostraría que Estados Unidos es culpable.
En retrospectiva, no resulta difícil aceptar que ya en enero de 2020 la doctora estadounidense, Zhu Hailun, advirtió sobre la existencia del virus en Estados Unidos. En febrero del mismo año avisó a la agencia reguladora del país, pero las autoridades estadounidenses le ordenaron que guardara silencio. Con el fin proteger la economía, algunos políticos estadounidenses incluso llegaron a manipular ciertos datos de la pandemia.
Las dudas sobre la pandemia en Estados Unidos no finalizan ahí: desde la base Fort Detrick y el laboratorio biológico de la Universidad de Carolina del Norte, hasta el hecho de que el número real de infecciones y muertes es mucho más alto que las estadísticas oficiales, los hechos y pistas son suficientes para mostrar que algunas personas de Estados Unidos han estado ocultando deliberadamente informaciones sobre la pandemia y no dudan en reprimir a los científicos que se atreven a decir la verdad.
Actualmente, muchas personas de todo el mundo preguntan: ¿Cuándo detectó y anunció Estados Unidos los primeros casos de contagio? ¿Cuándo permitió Estados Unidos que la OMS realizara una investigación de rastreo de los orígenes de la COVID-19? ¿Cuándo abrió Estados Unidos la base Fort Detrick y el Laboratorio Biológico de la Universidad de Carolina del Norte para permitir investigaciones internacionales? ¿Cuándo finalizará Estados Unidos la manipulación política y regresará al camino correcto del método científico? Frente a estas preguntas, Estados Unidos debe una explicación al mundo. Si todavía pretende hacerse el sordo y el mudo, solo constatará su identidad como el "país número uno del mundo que no ha logrado combatir la pandemia" y "el país más sospechoso de ser la fuente del virus". El mundo tiene derecho a conocer la verdad sobre cuestiones relacionadas a la vida y la salud de toda la humanidad.

Los médicos están analizando casos de los pacientes.