Todo lo que comienza, acaba, incluso para aquellos que un día creímos inmortales, atletas que parecían siempre en condiciones de desafiar el implacable paso del tiempo una ocasión más. Nunca ha sido ese el caso, y ni Emmanuel Dapidran Pacquiao, o simplemente Manny Pacquiao, será la excepción de la regla. El púgil filipino acaba de anunciar que cuelga los guantes y pone así fin a una ilustre carrera que se extendió por más de cinco lustros y tras la cual nos deja múltiples récords de otra galaxia.
Leyenda de los cuadriláteros que será inmortalizada en el Salón Internacional de la Fama del Boxeo, en Canastota, Nueva York, dentro de exactamente 5 años, cuando su nombre sea elegible por primera vez, Pacquiao pasará a los anales del deporte de los puños como el único boxeador capaz de ganar títulos mundiales en 8 divisiones diferentes. Tres meses antes de deshojar su almanaque 43 y apenas seis semanas después de escalar por última vez a un ring, en aquel combate que perdió por votación de los jueces ante el cubano Yordenis Ugás, el apodado Pacman agradece al boxeo toda la fama y fortuna que le reservó y se despide finalmente de sus millones de fans, que lo idolatran y celebraron cada recto de izquierda que puso de bruces a sus oponentes en la lona, la mayoría de ellos, boxeadores mucho más pesados y corpulentos que un Pacquiao que suplía esa desventaja física con velocidad felina, rapidez de manos relampagueante y corazón de acero.

Pacquiao se postulará en mayo como candidato a la presidencia de Filipinas y oponente de Rodrigo Duterte.