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La brecha de inmunización desenmascara la hipocresía de los derechos humanos en Estados Unidos y Occidente
CRI

El representante permanente de China ante la Oficina de la ONU en Ginebra, Chen Xu, pronunció el día 28 un discurso conjunto en nombre de más de 30 países en desarrollo en la 48ª sesión del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, pidiendo la realización de una distribución global justa de vacunas. Esto responde a la preocupación de la comunidad internacional sobre la "brecha inmunológica". Asimismo, enfatizó que las vacunas deben ser un producto público global y que los países no deben caer en el "nacionalismo de las vacunas". En este sentido, Estados Unidos y los países desarrollados de Occidente que hablen de derechos humanos deben reflexionar sobre ello.

En la actualidad, la pandemia del nuevo coronavirus todavía se está extendiendo por todo el mundo. Las vacunas son una herramienta poderosa para superar la pandemia y un arma eficaz para proteger el derecho a la supervivencia y la salud de la humanidad. Sin embargo, unos pocos países desarrollados monopolizan la mayoría de las vacunas y la mayoría de los países en desarrollo se enfrentan a una grave escasez de vacunas. El Informe sobre los países menos desarrollados de 2021 publicado el día 27 por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo muestra que solo el 2 por ciento de la población de los 46 países menos desarrollados del mundo ha sido vacunada, mientras que en los países desarrollados la cifra es del 41 por ciento. Ante la impactante "brecha inmunológica", algunas personas han utilizado una vívida analogía: es como cuando los seres humanos se enfrentan a un desastre común, los países ricos se apoderan de los "botes salvavidas" dejando a los pobres a la deriva.

De hecho, desde el estallido de la pandemia del nuevo coronavirus, el desempeño de Estados Unidos y algunos países de Occidente ha sido llamativo. Desde perseguir el "nacionalismo de las vacunas" hasta perseguir el rastreo político de orígenes de virus, hasta inventar el término "diplomacia de las vacunas" para desacreditar los esfuerzos de China para apoyar la lucha global contra la pandemia, las acciones de EE. UU. y occidente evidencian el carácter de interponer el interés político por encima de la vida y la salud humana y van en contra de los derechos humanos.

El desempeño en la distribución de vacunas de Estados Unidos y algunos países de Occidente es particularmente decepcionante. 

El desempeño en la distribución de vacunas de Estados Unidos y algunos países de Occidente es particularmente decepcionante. Tomemos a Estados Unidos como ejemplo. En primer lugar, almacena gran cantidad de vacunas que superan con creces sus propias necesidades y restringe la exportación de materias primas para la producción de vacunas, lo que impide que los países pobres lleven a cabo los programas de vacunación y agrava la distribución injusta de vacunas.

El resto de países han visto que cuando los políticos estadounidenses y occidentales utilizan las vacunas como herramientas políticas, China está haciendo todo lo posible para proporcionar vacunas a la comunidad internacional y promover activamente la cooperación global contra la pandemia. En la actualidad, China ha proporcionado 1.200 millones de dosis de vacunas y soluciones a más de 100 países y organizaciones internacionales. Al mismo tiempo, China también trabajará arduamente para proporcionar 2.000 millones de dosis de vacuna. Además, sobre la base de la donación de 100 millones de dólares estadounidenses al "Plan de implementación de la vacuna contra el nuevo coronavirus", donará otros 100 millones de dosis de vacuna a países en desarrollo durante este año.

Las vacunas son una herramienta importante, con la que se puede ver quién toma la responsabilidad y protege los derechos humanos, y también se puede averiguar quién está echando culpa a otros para difamar y pisotear los derechos humanos. Si Estados Unidos y los países occidentales realmente "respetan los derechos humanos" como siguen diciendo, deben extender una mano amiga a la comunidad internacional, especialmente a los países en desarrollo, para promover la distribución equitativa de vacunas y cerrar la "brecha de inmunización". De lo contrario, sus hipócritas máscaras de derechos humanos solo serán una broma para el mundo.