Los frecuentes tiroteos masivos de las últimas semanas han dejado a muchos estadounidenses atónitos ante la persistente incapacidad del país para detener la ola de violencia con armas de fuego.

El 14 de mayo, un joven de 18 años protagonizó un tiroteo en un supermercado de Buffalo, matando a 10 compradores, en su mayoría afroamericanos. Solo 10 días después, otro joven de 18 años abrió fuego en la escuela primaria Robb de Uvalde, matando a 19 alumnos y dos profesoras.

Los dos llevaban un rifle de asalto de estilo militar con cargadores de gran capacidad, lo que les permitió disparar y matar a un gran número de personas antes de recargar.

Las recientes tragedias han reavivado los debates sobre cómo Estados Unidos puede avanzar en el control de las armas.

Solo este año se han producido veintisiete tiroteos en recintos escolares, con el resultado de 83 muertos o heridos.

Desde la década de 1980, los autores de los tiroteos masivos en Estados Unidos son cada vez más jóvenes.

Aunque los estadounidenses creen mayoritariamente que se pueden prevenir los tiroteos masivos, la izquierda y la derecha  tienen opiniones muy diferentes sobre cómo lograrlo.

En general, los demócratas abogan por el control de las armas y están a favor de que haya menos personas que las posean. Los republicanos tienden a oponerse a las restricciones de las armas, y argumentan que el hecho de que más personas tengan armas ayudaría a reducir los tiroteos masivos.

Sin embargo, los trágicos sucesos de los últimos días parecen cambiar el sentimiento público a favor de la restricción de las armas, al menos por el momento.

El 59% de los adultos estadounidenses dicen que es más importante controlar la violencia provocada por armas de fuego.

Por ideología política, el 92% de los demócratas afirman que es más importante controlar las armas, mientras que el 70% de los republicanos dicen que es más importante proteger el derecho a tener armas.

Los frecuentes tiroteos masivos de las últimas semanas han dejado a muchos estadounidenses atónitos ante la persistente incapacidad del país para detener la ola de violencia con armas de fuego.