En las XXVI elecciones al Senado recién concluidas en Japón, el gobernante Partido Liberal Democrático ganó más de la mitad de los 63 escaños, y las fuerzas que apoyan la enmienda de la Constitución también obtuvieron más de dos tercios de los escaños necesarios para la enmienda propuesta. El primer ministro japonés, Fumio Kishida, afirmó que impulsaría la moción de enmienda de la Constitución en la Dieta lo antes posible y, finalmente, trabajaría arduamente para materializar la enmienda.
Esta declaración es muy diferente a la actitud de los candidatos antes de las elecciones. Antes de las elecciones, ya sea escuchando los discursos de los candidatos, leyendo los panfletos distribuidos u observando sus propuestas políticas, básicamente hablan de cómo enfrentar la inflación y elevar los salarios, estos son los temas que más preocupan a los japoneses. Pero después de la elección, los senadores que habían hecho varias promesas a los votantes cambian de opinión y toman la enmienda constitucional como el tema político más importante. Esto refleja la traición de los candidatos a las promesas electorales y la violación de la opinión pública, lo que una vez más expone las profundas contradicciones del sistema electoral de Japón.
¿Japón ya tiene una atmósfera social en la que la Constitución debe ser enmendada? La respuesta es negativa. La Constitución de Japón estipula que solo cuando más de dos tercios de los miembros del Parlamento propongan la enmienda de la Constitución y obtengan el apoyo de más de la mitad del referéndum se puede entrar en la etapa de enmienda. En las elecciones del 10 de julio, la coalición gobernante del Partido Liberal Democrático, Komeito y los miembros de la oposición que apoyan la enmienda de la Constitución representan más de dos tercios del número total de miembros, pero, por otro lado, el pueblo japonés no lo demanda y no cree que sea urgente enmendar la Constitución.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Japón promulgó una nueva Constitución, en la que el Artículo 9 estipula claramente que Japón nunca desatará una guerra, no amenazará ni usará la fuerza como medio para resolver disputas internacionales y no mantendrá un ejército. Durante 75 años, esta Constitución pacifista ha ayudado a Japón a mejorar las relaciones con sus vecinos y lograr el desarrollo económico. Es por esta razón que los japoneses le conceden mucha importancia.
Esto crea una contradicción: los miembros conservadores del Congreso quieren enmendar la Constitución, mientras que la opinión pública en general en la sociedad japonesa no tiene prisa por enmendar la Constitución. Si se propone una moción de enmienda de la Constitución sin el apoyo de la opinión pública, el partido gobernante enfrentará grandes riesgos.
Es imaginable que si el pueblo japonés vota en contra de la enmienda de Constitución y más de dos tercios de los miembros del Congreso apoyan la enmienda, habrá contradicciones entre los ciudadanos y sus diputados. ¿Cómo resolver esta contradicción? Solo la Cámara de Representantes puede ser disuelta para una nueva elección. Una vez que se alcance este paso, no solo no logrará enmendar la Constitución, sino que también conducirá a una crisis en el poder. Si los parlamentarios japoneses se atreven a hacer un movimiento tan precipitado es ahora un interrogante.
A la vista de los actuales precios altísimos de Japón, la recesión económica y muchos otros problemas, los miembros electos del Parlamento japonés deben encontrar formas de cumplir sus promesas electorales, en lugar de cambiar de cara inmediatamente e implementar el cálculo político de la enmienda de la Constitución después de asumir el cargo. Esto solo aumenta el descontento y la desconfianza del pueblo japonés y provoca oposición. Ante la vigilancia y la oposición de los países vecinos, en el Japón actual, la enmienda de la Constitución sigue siendo un objetivo difícil de alcanzar.