Reino Unido está viviendo una oleada de huelgas laborales como no se veía desde los años 80. Miles de miembros del mayor sindicato ferroviario del país, el RMT, iniciaron el 13 de diciembre una huelga nacional de dos días para protestar debido a los salarios por debajo de la inflación. Es el comienzo de lo que está previsto que sea una huelga de un mes de duración. Trabajadores de todas las profesiones, desde enfermeras hasta personal de control de pasaportes, participarán en la huelga, que podría traer muchas dificultades durante la Navidad para millones de personas.
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Reino Unido se ha visto afectado por partida doble. Primero por el mal tiempo, que ha afectado gravemente la vida en todo el país, y ahora por la huelga generalizada, que hará lo mismo. Las estaciones de tren se llenan de pasajeros ávidos de buenas noticias y sólo encuentran malas.
Los líderes sindicales han rechazado hasta ahora las ofertas salariales, por lo que las negociaciones están prácticamente descartadas. Y mientras el país se paraliza, las noticias de otras negociaciones no son mejores. Los enfermeros recurren al Servicio de Asesoramiento, Conciliación y Arbitraje, pero no obtienen respuesta de los ministros.
"He dejado muy claro que si querían evitar la huelga del jueves y del 20 de diciembre y seguir adelante, teníamos que entrar en una sala para hablar de salarios o con la conciliación a través del Servicio de Asesoramiento, Conciliación y Arbitraje. Hoy he entrado en esa sala con esperanzas, obviamente, y he salido sin un solo céntimo marrón", dijo Pat Cullen, secretaria general del Real Colegio de Enfermeras.
De momento, el Gobierno se mantiene firme y afirma que se ha asesorado y que sus ofertas son justas.
"Yo diría que lo que hemos intentado hacer es eliminar la política de este asunto asegurándonos de que tenemos un organismo independiente de revisión salarial. Hemos escuchado a ese organismo independiente de revisión salarial, y hemos respetado el acuerdo que sugirieron", dijo Oliver Dowden, canciller del Ducado de Lancaster.
Lo que significa que, tras dos años de una pandemia de la COVID-19 que cerró casi por completo las puertas a las reuniones familiares, los ciudadanos se enfrentan a un destino similar para 2022. El Gobierno está estudiando una nueva legislación antihuelga para el nuevo año, pero por ahora cuenta con que los ciudadanos pierdan la paciencia con los trabajadores antes de perder la fe en los políticos.