Más de 3.500 personas han fallecido hasta el momento en Siria como consecuencia de los terremotos de la semana pasada, según informaron medios locales. Las autoridades del país están inspeccionando el estado de algunos de los edificios que quedaron en pie, ante el temor de que supongan un riesgo para la seguridad.
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En la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria, voluntarios levantaron un campo improvisado para los supervivientes que han perdido sus hogares. Más al norte, en la ciudad de Alepo, la Organización Mundial de la Salud suministró 35 toneladas de artículos vitales. El director general del organismo, Tedros Adhanom Ghebreyesus, visitó a algunos de los heridos en hospitales. Las autoridades de Alepo examinaron más de 600 edificios y están demoliendo aquellos que consideran peligrosos.