Para los habitantes de Chongqing, el caldero es como la vida: cuanto más tiempo se cocina, más rico y sabroso se vuelve. Sus ingredientes se fusionan al menos por una hora para que los sabores se desarrollen por completo. El tiempo es indispensable para su esencia verdadera, ya que permite que la sabrosura se despliegue lentamente. Cuanto más tiempo, más intensos se vuelven los sabores.
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