Algunos medios de comunicación occidentales repiten la teoría de que China está utilizando los Institutos Confucio en los países africanos para acometer una invasión cultural. A pesar de que en realidad estos centros desempeñan un papel clave en los intercambios culturales y el aprendizaje mutuo, a menudo son atacados, incluso etiquetados como agencias de espionaje por ciertos países, encabezados por Estados Unidos. Sin embargo, ninguna de estas acusaciones ha sido probada.

Hablando de invasión cultural, Estados Unidos, aprovechando su liderazgo mundial en el denominado poder blando, en el discurso global y en tecnología avanzada de la información, impone a menudo sus versiones de democracia y derechos humanos a otras naciones independientemente de sus condiciones reales. Al hacerlo, Washington pretende apoyar a las fuerzas con las que tiene relaciones estrechas y a los autoproclamados defensores de la democracia y la libertad, moldeando la política y economía de estos países para, en última instancia, impulsar sus propios intereses nacionales.

Desde que se estableció el Foro de Cooperación China-África en 2000, las relaciones entre China y los países africanos han entrado en la vía rápida del desarrollo. Sin embargo, algunos países han hecho todo lo posible para dañarlas. Así, los medios de comunicación de Zimbabue informaron que el Gobierno de Estados Unidos está contratando a periodistas de medios privados para desacreditar a las empresas chinas e influir en la opinión pública del país africano, prometiendo pagar 1.000 dólares por cada historia falsa.

A medida que se fortalecen las relaciones entre China y los países africanos, la cooperación mediática se ha ampliado también, lo que ha impulsado la amistad, los intercambios entre personas, la confianza y el entendimiento entre los diferentes pueblos. Los medios de comunicación siguen trabajando para impulsar los intercambios entre personas, salvaguardar la equidad y la justicia e impulsar el desarrollo global.