El presidente estadounidense, Donald Trump, firmó el 10 de febrero una orden ejecutiva por la que imponía aranceles del 25 % a todas las importaciones de acero, hierro y aluminio a Estados Unidos. Reuters comentó que la medida estadounidense podría exacerbar el riesgo de un inicio sincronizado de guerras comerciales en varios aspectos.

Según el Departamento de Comercio de EE. UU., Canadá, Brasil y México fueron las tres fuentes más importantes de importaciones de acero y hierro al país en 2024. Al mismo tiempo, Canadá también era un importante proveedor de aluminio de EE. UU. Ante las amenazas comerciales de EE. UU., Canadá ha expresado en repetidas ocasiones su "voluntad de tomar represalias". Según las estadísticas de la consultora internacional de gestión Roland Berger, alrededor del 25 % de los productos de acero y hierro exportados desde Europa van a parar a EE. UU. Tras el anuncio de los aranceles estadounidenses, el vicecanciller y ministro federal de Economía alemán, Robert Habeck, declaró que Europa respondería a las restricciones comerciales unilaterales con "solidaridad y determinación".
En la perspectiva económica de Trump, los aranceles son un medio clave para promover el retorno de la fabricación, proteger el empleo y aumentar los ingresos. Sin embargo, basándose en la experiencia pasada, es poco probable que el país logre sus objetivos.
EE. UU. argumenta que la imposición de aranceles adicionales a las importaciones de acero y aluminio en el país podría "apoyar" a los productores de acero y aluminio estadounidenses. Sin embargo, el centro de gravedad de la economía estadounidense se ha desplazado gradualmente hacia los servicios y la alta tecnología. La posición de la industria del acero y el hierro se ha ido deteriorando progresivamente. La falta de capacidad en innovación tecnológica en este sector en EE. UU. no puede aumentar eficazmente la eficiencia de la producción y la calidad de los productos, lo que conduce a una pérdida de competitividad.
Los expertos creen que la implementación de aranceles podría asegurar algunos puestos de trabajo en la industria del acero y el hierro en EE. UU. Sin embargo, las empresas que utilizan acero y hierro estadounidense tendrían que soportar costes más elevados y reducir su producción. Esto podría dar lugar a que las empresas no pudieran emplear a más personas. Goldman Sachs analizó el martes que los precios del acero y el hierro en EE. UU. podrían subir. Esto refleja todos los efectos de los aranceles del 25 %.
En la guerra comercial y aduanera no hay vencedores. Los hechos lo han demostrado una y otra vez. En su lugar, EE. UU. debería tener en cuenta los intereses de las empresas y los consumidores estadounidenses y volver a la senda de la competencia económica pacífica. El proteccionismo comercial sólo puede "perjudicar" y no "proteger".