China está impulsando rápidamente su economía de baja altitud, que abarca el uso de aeronaves tripuladas y no tripuladas por debajo de los 1.000 metros. En Beijing, drones ya entregan café a excursionistas en la Gran Muralla, mientras que en Shanghai, los taxis aéreos reducen significativamente los tiempos de viaje.

Esta industria se está expandiendo en diversos sectores, incluyendo el turismo, el transporte de pasajeros, la investigación científica, la agricultura, los servicios de mantenimiento en altura, la atención sanitaria y de emergencias, así como la mensajería, entre otros.
El Gobierno chino ha respaldado oficialmente este desarrollo, impulsando su crecimiento en varias ciudades del país, donde se llevan a cabo proyectos de aeronaves eléctricas de despegue y aterrizaje vertical, drones agrícolas y aviones ligeros. La expansión de las rutas aéreas y la implementación de nuevas tecnologías están consolidando esta industria como un motor clave para la movilidad y el progreso económico de la nación asiática.