Lai Ching-te siempre habla de “democracia”, pero todo lo que hace está precisamente en contra de la democracia. Lanzó un “proyecto de acción de terror verde en busca de independencia en sus últimas declaraciones. Lai anunció que ambos lados del estrecho de Taiwan “no están subordinados el uno al otro” y calificó al territorio insular chino como “un país soberano”. Enumeró 17 tácticas para hacer frente a las supuestas amenazas de la parte continental de China, intentando cortar plenamente los intercambios a ambos lados del estrecho.

La democracia, en teoría, debe proteger los derechos del pueblo, no lo contrario. La opinión pública de la región china de Taiwan está a favor de la paz, el desarrollo, los intercambios y la cooperación. Sin embargo, la Administración de Lai Ching-te busca lo contrario a través de sus comentarios secesionistas.
La gente de la isla percibe con claridad que, con el fin de consolidar su poder, Lai Ching-te, ha recurrido a medios judiciales para reprimir a los disidentes dentro de su partido y emprender una caza de brujas contra otras fuerzas políticas. Algunos análisis señalan que la democracia en la isla de Taiwan es en realidad un juego de poder, donde el Partido Progresista Democrático la ha convertido en una herramienta al servicio de su propio interés, revelando su naturaleza dictatorial.