Nota del editor: Xi Pu es observador de asuntos internacionales en Beijing. El siguiente artículo refleja las opiniones del autor y no necesariamente las de CGTN.

I.La Paradoja del Tótem Político
La icónica gorra de béisbol roja, símbolo político que encarna el fervor nacionalista estadounidense, se convirtió inesperadamente en un ejemplo vivo de la globalización económica durante la tormenta arancelaria de 2025. Cuando el precio de una gorra con el lema “Hacer a Estados Unidos Grande Otra Vez” (MAGA, por sus siglas en inglés) se disparó de 50 a 77 dólares, el logo “Hecho en China” en su etiqueta no solo pinchó la burbuja narrativa de los proteccionistas comerciales como si fuera una espada afilada, sino que también dejó al descubierto el entrelazamiento de las relaciones económicas entre China y EE.UU.
II.El Efecto Bumerán de la Política Arancelaria
La guerra arancelaria de EE.UU. contra China ha formado una ridícula cadena de transmisión en la industria de las gorras MAGA. Primero, el dilema del traslado de gastos. En 2022, una conocida empresa de regalos de California compró gorras MAGA de China a un costo de 2 a 3 dólares por cada una, pero ahora, el precio se ha disparado a más de 10 dólares. Además, el aumentado costo logístico recae en su totalidad sobre los consumidores estadounidenses. Segundo, el fracaso de la sustitución de importaciones. Muchos distribuidores estadounidenses se vieron obligados a probar la manufacturación local, pero fracasaron por los costos triplicados que van más allá de la tolerancia del mercado. En contraste, los clústeres textiles bien completos, el sistema logístico maduro y la red de liquidación transfronteriza altamente eficiente de China constituyen constantes imprescindibles para la ecuación del precio de dichas gorras. Tercero, todo esto ha ofrecido un caldo de cultivo a los canales grises y el contrabando, como resultado de lo cual, se conforma un ecosistema deforme en que la imposición de impuestos por parte de las autoridades alimenta la prosperidad clandestina, y se pone en escena un humor negro donde la protección arancelaria da lugar al auge de las infracciones.
Las gorras MAGA es nada más un ejemplo del comercio bilateral sino-estadounidense de más de 680 mil millones de dólares y del comercio exterior total de EE.UU. de 7,3 billones de dólares. Cuando la Administración Trump hizo cálculos sobre los supuestos aranceles recíprocos contra diversos países recurriendo a fórmulas autodiseñadas que contradicen totalmente el sentido común de la economía, los economistas se pusieron ansiosos. Decenas de economistas destacados, con dos premios Nobel incluidos, firmaron una “Declaración Antiaranceles”, advirtiendo sobre una posible “recesión autoinfligida”. El mercado financiero entró en pánico y en los últimos tiempos se produjo con frecuencia una rara “triple caída” de valores de acciones, bonos y monedas estadounidenses, con billones de dólares de riqueza evaporándose. Autoridades locales y empresas estadounidenses ya no pudieron quedarse de brazos cruzados. Trece estados, incluyendo California, así como varias empresas estadounidenses, demandaron a la Administración Trump por su política arancelaria que carece de fundamento legal y daña intereses comerciales. Luego, las malas noticias llegaron una tras otra: el PIB estadounidense se contrajo un 0,3% en el primer trimestre en comparación con el último, mientras el Índice de Confianza del Consumidor cayó a su nivel más bajo desde 2009.
III.El Giro de la Percepción Colectiva de EE.UU. sobre China
La dura lección de la guerra arancelaria está reconfigurando la percepción de EE.UU. sobre China. Primero, el retorno de la opinión pública a la racionalidad. La última encuesta del Centro de Investigaciones Pew en 2025 revela que, por primera vez en cinco años, la actitud de los estadounidenses hacia China ha experimentado un cambio positivo, con una caída abrupta del 10% de las percepciones negativas. Entre los menores de 30 años, solo el 21% mantienen una actitud extremadamente negativa. Este despertar popular desde abajo hacia arriba está obligando a EE.UU. a reflexionar sobre el costo del juego de suma cero. Segundo, el despertar de los consumidores. Las encuestas muestran que, el 64% de los estadounidenses creen que los aranceles les están vaciando los bolsillos, ya que podrían costarles un promedio de 1.800 dólares adicionales al año. Incluso en Texas, bastión electoral del Partido Republicano, el 52% de los votantes están dispuestos a votar en su contra en las elecciones de medio mandato. Tercero, la rebelión de los partidarios. Según The Hill, la mayoría de los republicanos se oponen a la política arancelaria de Trump. Hasta muchas élites tecnológicas y magnates financieros que apoyaron a Trump en las elecciones presidenciales instaron públicamente a la Administración estadounidense a cancelar los aranceles.
IV.Un rayo de esperanza en el mundo turbulento
La Declaración Conjunta sobre Reunión Económica y Comercial entre China y EE.UU. en Ginebra ha sido una grata sorpresa para los países del mundo, ofreciéndoles la esperanza de restaurar el orden económico global y el libre comercio. Si uno la lee con detenimiento, la impresión más importante que puede tener es la “igualdad”. Desde el 2 de abril, todas las medidas de guerra comercial anunciadas por la Administración de EE.UU. han sido respondidas con contramedidas resueltas por parte de China. Sufriendo en carne propia la dura consecuencia de sus propias conductas, EE.UU., ya no más tranquilo, sabía que sus conductas intimidatorias no funcionarían con China y tomó la iniciativa de solicitar conversaciones con China. Después de que China lo aceptara, se llevó a cabo la Reunión Económica y Comercial entre China y EE.UU. entre el 10 y el 11 de mayo en Ginebra. Como resultado, EE.UU. redujo significativamente sus aranceles impuestos contra China, y China, a su vez, también hizo ajustes proporcionales correspondientes. Aún es temprano para predecir el resultado final de las consultas económicas y comerciales entre China y EE.UU., pero la posición de China es clara. China está dispuesta a trabajar junto con EE.UU. para implementar activamente los importantes consensos alcanzados entre ambos Jefes de Estado en su llamada telefónica del 17 de enero, apegarse a una actitud práctica para resolver los problemas, realizar diálogos francos y consultas en pie de igualdad, gestionar las diferencias, explorar a fondo el potencial de cooperación, ampliar la lista de cooperación y hacer que la tarta de cooperación sea más grande, con miras a promover un nuevo desarrollo de las relaciones económico-comerciales entre China y EE.UU. e inyectar más certidumbre y estabilidad a la economía mundial. Esto es el camino acertado.
En este juego comercial, la Administración estadounidense debe ser plenamente consciente de que la política arancelaria no es una panacea para los problemas, sino un veneno para sus propios intereses. Solo abandonando las erróneas percepciones comerciales y regresando a la racionalidad y la cooperación, EE.UU. podrá “hacer a Estados Unidos grande otra vez”. De lo contrario, esas icónicas gorras MAGA terminarán siendo un símbolo irónico del fracaso de su propia política arancelaria.