El presidente chino, Xi Jinping, y el presidente estadounidense, Donald Trump, sostuvieron una conversación telefónica el 5 de junio. Medios globales destacaron este hecho como "una llamada largamente esperada", además de afirmar que "ambas partes acordaron negociar para resolver disputas arancelarias que afectan la economía mundial" y definirlo también como un "diálogo crucial para aliviar las tensiones comerciales".

El presidente Xi enfatizó que recalibrar el rumbo del gigantesco barco de las relaciones China-Estados Unidos exige que ambas partes tomen el timón y fijen la dirección correcta, eliminando especialmente interferencias y sabotajes. Además, destacó que su país ha implementado de manera seria los consensos de Ginebra, mientras Estados Unidos debe reconocer con objetividad los avances y revocar las medidas negativas contra China.

Por su parte, el presidente Trump señaló que acoge con satisfacción el robusto crecimiento económico de China y la cooperación bilateral puede lograr mucho de lo bueno. Calificó la reunión de Ginebra como un "buen acuerdo", comprometiéndose a implementarlo conjuntamente con China y declaró explícitamente que "Estados Unidos da la bienvenida a estudiantes chinos".

Aunque los temas económicos y comerciales son centrales, resolver divergencias requiere tiempo. Analistas subrayan que China expresó de manera clara sus preocupaciones y principios, que se resumen a que está dispuesta a resolver diferencias mediante consultas, pero nunca aceptará la presión extrema o el chantaje de Estados Unidos, ni sacrificará sus posturas fundamentales.