Conocida como el “techo del mundo”, la meseta Qinghai-Xizang es la más alta del planeta. A pesar del clima riguroso y de la falta de oxígeno, la pasión por el fútbol aquí tampoco conoce límites. Donde hay una pelota, hay un campo, y donde hay un campo, hay sonrisas, esfuerzo y sueños que corren detrás del balón.
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