La escasez de alimentos es un problema que persiste en África. Por este motivo, China ha adoptado medidas para contribuir a la lucha contra el hambre. En la zona litoral del sureste de Mozambique, el arroz chino ha llegado a la mesa de los locales, y no sólo satisface el estómago de los mozambiqueños, sino que también ha cambiado sus vidas.
Un día de junio, Celeste Gave, campesina de la ciudad de Xaixai, en la provincia de Gaza, está ocupada en su campo de arroz, que ya ha entrado en la última fase antes de la cosecha. Celeste intenta espantar a los pájaros que se comen los granos. Este es el sexto año que se dedica a la plantación de arroz. El grano gordo genera los ingresos que mantienen la acomodada vida de su familia.
A las once de la mañana, cuando vuelve a casa, Celeste prepara el almuerzo. Hoy es día laboral, por lo que su marido y sus hijos no se encuentran en la vivienda. Celeste invita a unos niños del vecindario a comer junto con su nieto y su sobrina. Arroz, judías, zanahorias y sopa de patas de pollo. Los platos son sencillos, pero son suficientes para agradar a los jóvenes.