"Para conocer la China del pasado, hay que ir a Xi'an; para la China del presente, hay que visitar Beijing; y para la China del futuro, hay que viajar a Shanghai". Ésta es una frase que el presidente chino, Xi Jinping, suele mencionar cuando recibe a visitantes extranjeros. Al hablar de Shanghai, lo primero que viene a la mente es la moda y el bullicio, pues se trata de una ciudad llena de juventud y vitalidad y en la que, por supuesto, figuran algunos de los edificios más emblemáticos del país.
El Huangpu se considera el río madre de Shanghai. Se ramifica del río Yangtsé en la desembocadura de Wusong, y confluye con el río Suzhou en la zona de Waibaiduqiao, en el centro de Shanghai. El Huangpu divide a la ciudad en los distritos de Puxi y Pudong, y en sus dos orillas se alzan el famoso Bund y el nuevo distrito de Pudong.

Una de las calles más emblemáticas de la ciudad de Shanghai, foto de vcg.
En Shanghai convergen la civilización china y la occidental. La metrópolis se ha convertido en una de las urbes más cosmopolitas de China. Por un lado, la zona histórica, con una gran diversidad de estilos arquitectónicos antiguos, y por el otro, la parte moderna, cuyas edificaciones vanguardistas han hecho de esta área el paisaje urbano más atractivo de Shanghai.
A la izquierda está representada la historia, y a la derecha la prosperidad. Y desde aquí se ve el futuro de China.
Con una longitud aproximada de un kilómetro y medio, el Bund reúne edificios de distintos estilos arquitectónicos que antaño constituían el centro financiero de Shanghai y el enclave donde se agrupaban las entidades dedicadas al comercio exterior.
Al ser un referente de la arquitectura universal, el Consejo de Estado de China lo incluyó en noviembre de 1996 en el cuarto grupo de unidades nacionales clave para la conservación del patrimonio cultural.