Privacidad y Cookies

Al continuar navegando en esta web acepta el uso de cookies, la política de privacidad revisada y los términos de uso. Puede cambiar la configuración de las cookies en su navegador.

Estoy de acuerdo
Cuando la política triunfa sobre la ciencia
CGTN en Español

Nota de editor: First Voice de CGTN entrega comentarios inmediatos sobre las últimas noticias. La columna diaria clarifica temas emergentes y define de mejor manera la agenda noticiosa, ofreciendo una perspectiva china de los eventos más recientes en el mundo.

El periodo de campaña 2016 de Trump impresionó  a muchos debido a su desprecio público hacia la ciencia, incluyendo su escepticismo con respecto a la vacuna y sus afirmaciones de que el cambio climático es un "fraude" creado por China.

Muchos no se imaginarían que su enfoque hacia la presidencia seguiría el mismo camino, que ignoraría el conocimiento de expertos y la experiencia científica para su propio provecho político. Pero la actual crisis de la COVID-19 ha demostrado que están equivocados.

La decisión reciente de la administración Trump de destituir a Rick Bright, el experto en virus más importante del país, en medio de la crisis de salud pública ha conmocionado nuevamente al mundo de la ciencia. Bright lideró a la agencia nacional en el desarrollo de una vacuna, pero fue removido de su cargo por negarse a impulsar el tratamiento farmacológico promovido por Trump como el “punto de inflexión” en la batalla contra la COVID-19.

"Es un medicamento muy fuerte y poderoso. Pero no mata a las personas", dijo Trump a los periodistas el 5 de abril. "Tenemos algunos buenos resultados y pruebas muy buenas. ¿Qué tenemos que perder, en realidad?"

Mientras se avanza en la investigación, la respuesta podría ser sus vidas.

De acuerdo con una investigación realizada por la Administración de Salud de Veteranos en EE. UU., la hidroxicloroquina y la relacionada cloroquina han mostrado escasa efectividad en el tratamiento de pacientes con COVID-19. Incluso podría aumentar el riesgo de muerte en ciertos pacientes.

"Alcé la voz en ese entonces y estoy testificando hoy, porque la ciencia—no la política ni el amiguismo—deben guiar el camino de la lucha contra este virus letal", dijo Bright en su testimonio al Congreso.

No es la primera vez que Trump ha mostrado su clara despreocupación por la ciencia. Trump ha gastado la ventana crítica de oportunidad restándole importancia al virus, a pesar de la emergencia de salud pública de preocupación internacional anunciada por la mayor autoridad en salud del mundo.

En febrero, Nancy Messonier, directora del Centro Nacional de Inmunización y Enfermedades Respiratorias del CDC, emitió una alerta pública al país de que el virus, con casi total seguridad, se iba a propagar entre los estadounidenses. EL CDC también urgió a los hospitales y comunidades que estuvieran más preparados para la propagación.

"No es tanto una pregunta de si esto pasará de nuevo, sino de exactamente cuándo pasará y cuántas personas en este país se enfermarán de gravedad", dijo en una conferencia de prensa.

Dr. Richard Bright, exdirector  de la Autoridad de Investigación y Desarrollo Biomédico Avanzado, se prepara para testificar frente a un Subcomité de Salud de la Comisión de Energía y Comercio  en una audiencia para discutir la protección de la integridad científica en respuesta al brote de coronavirus  en  el Capitolio en Washington, EE.UU., el 14 de mayo de 2020. /Reuters

Pero la primera reacción de Trump fue no solo descartar que una epidemia pudiera ocurrir en EE.UU., sino que, además, enfadarse por los comentarios de ella mientras el mercado de acciones colapsaba. Trump llamó al secretario de Salud y Servicios Humanos Alex Azar y amenazó con despedirla por haber atemorizado al público estadounidense "innecesariamente". Desde ese entonces, Messonier realizó pocas apariciones en las conferencias de prensa de la Casa Blanca.

"El presidente y la Casa Blanca enviaron un mensaje claro a los científicos en el Gobierno de que habría un precio por alzar la voz", dijo Ron Klain, el coordinador de la respuesta para el ébola durante la administración Obama.

No solo Messonier está "alzando la voz", Anthony Fauci, el experto en enfermedades infecciosas más importante del país, también a contradicho en reiteradas ocasiones las afirmaciones de Trump, a veces apenas unos minutos antes de que Trump intentara minimizar la situación.

El resentimiento creció cuando Trump retuiteó una publicación en la que se instaba a que se despidiera a Fauci, luego de que este admitiera en una entrevista a CNN que, si las medidas de prevención se hubieran tomado antes, se podría haber salvado muchas vidas.

"Me gusta esto. Realmente lo entiendo. A la gente le sorprende que lo entienda", dijo Trump. "Quizás tengo una habilidad natural. Quizás debería haber hecho eso en lugar de candidatearme como presidente".

El sorprendente alarde de Trump sobre su conocimiento científico durante una visita al CDC ha sorprendido a muchos, quizás más cuando el mes siguiente sugirió inyectarse desinfectante para matar al virus. Tal afirmación ha generado creciente criticismo de los expertos y el ridículo a nivel mundial.

No se supone que los políticos y la ciencia sean enemigos. Ante una crisis, los científicos buscan evidencia y dan toda clase de posibilidades a los burócratas para que estos últimos tomen una decisión final. Pero los políticos no pueden ignorar los consejos de los expertos y, al mismo tiempo, negarse a hacerse responsable de las consecuencias.

Jerry Taylor, presidente del Centro Niskaken, indicó por qué la ciencia y los datos duros no pueden ocupar un lugar en la administración Trump: "Los científicos le dicen cosas inconvenientes", dijo. "Independientemente de si estamos hablando de la  Agencia de Protección del Medio Ambiente o del cambio climático en general, o del coronavirus, su administración está constantemente involucrada en fantasías".

Trump no cree en la complejidad. O, mejor dicho, no puede vender una historia complicada sobre la pandemia a sus votantes. Él solo puede vender confianza y reafirmación cuando la elección se aproxime.

Pero las implicaciones pueden ser atemorizantes. Mientras Trump continúa despidiendo a cualquiera que no esté de acuerdo con él, la Casa Blanca se está hundiendo en la propia maquinaria política de Trump, la que está destruyendo la propia credibilidad de EE. UU. Y la respuesta de por qué  EE. UU. ha tenido tan mal desempeño en la lucha contra la COVID-19 puede estar en su larga tradición de desvirtuar el conocimiento científico por razones políticas.

Guionista: Zhao Yuanzhen