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¿Cuándo los políticos estadounidenses retomarán la razón?
CRI

Aunque el torpe truco de "atribuir la culpa" ha sido obvio ante todo el mundo, los políticos estadounidenses todavía están tratando de hacer su último intento. Desde el uso de las palabras racialmente discriminatorias como “Kung Flu” en la campaña electoral por parte de los líderes estadounidenses hasta el rumor transmitido por el director de Política Comercial y de Manufactura de la Casa Blanca, Peter Navarro, diciendo que el nuevo coronavirus es un "producto chino", y luego la Casa Blanca afirmando que evaluaría los errores de los CDC de los Estados Unidos al responder a la epidemia, todo esto ha hecho que sus guiones "antiepidémicos" sean cada vez más absurdos y locos. Sin embargo, ante la desesperada situación epidémica, cada vez más atribuyen la culpa a otros estos políticos estadounidenses. ¿Cuándo retomarán la razón?

El "Washington Post" recientemente ha publicado varios artículos criticando al gobierno de los Estados Unidos por "atribuir culpa" a un nuevo nivel. La razón detrás de esto, como señala el artículo es: “una campaña electoral que pide apoyo". Ante la disminución de la tasa de simpatizantes, los políticos estadounidenses ansiosos por seguir dando órdenes en la Casa Blanca se sienten preocupados, pero no tienen ninguna tarjeta de primeros auxilios en sus manos. Como resultado, echar culpa a todas las partes se ha convertido en una medida insidiosa para ellos.

Sin embargo, ¿puede esto encubrir la débil capacidad del gobierno de los Estados Unidos ante la epidemia y eludir la responsabilidad de la recesión económica de los Estados Unidos? Se nota que los políticos estadounidenses ignoran las objeciones de los expertos en salud y están surgiendo los efectos secundarios del regreso prematuro al trabajo. En los últimos días, el número de casos confirmados en Florida, Texas y Arizona ha aumentado, por lo que el día 25 de junio, el gobernador de Texas Greg Abbott tuvo que detener la reapertura económica del estado con urgencia. Según pronosticó el día 25 de junio Robert Redfield, director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU., el número real de personas infectadas con el nuevo coronavirus en el país puede ser 10 veces el número actual y llegar a una cifra cercana a los 25 millones de personas.

Ante la grave situación epidémica y la despiadada realidad de más de 40 millones de desempleados, las cartas económicas que los políticos estadounidenses alguna vez se pusieron en la boca ya no se pueden escuchar. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional predijeron recientemente que la economía de EE. UU. se reducirá de un 6,1% y un 8% este año respectivamente.

Al mismo tiempo, las protestas contra el racismo que se extendieron por los Estados Unidos también provocaron mucha preocupación en la Casa Blanca. Según una encuesta publicada este mes por la National Broadcasting Corporation y el Wall Street Journal, bajo el doble ataque de la epidemia y las protestas antirracistas, el 80% de los estadounidenses creen que los Estados Unidos está fuera de control.

De hecho, el de cómo ha respondido China a la epidemia se detalla en el libro blanco "Luchando contra la COVID-19: China en acción" publicado a principios de junio. Una gran cantidad de datos y hechos muestran que la prevención y el control de la epidemia en China es abierta y transparente, sin demora ni nada oculto; China notificó de inmediato a la comunidad internacional sobre los datos de virus y las epidemias relacionadas y es altamente responsable de la seguridad de la salud pública mundial. Los políticos estadounidenses tienen que llevar a casa esas "culpas" provenientes del otro lado del océano.

Juliette Kayyem, exsecretaria adjunta de Seguridad Nacional en el mandato de Barack Obama, señaló de manera aguda que el núcleo del problema de respuesta epidémica de los EE. UU. es que la Casa Blanca no tomó medidas en enero, "todos los problemas sistémicos provienen de la malversación de la Casa Blanca".

En el guión "anti-epidemia" de los políticos estadounidenses, la gente ve la cobardía, la falta responsabilidad, la vileza de calumniar a otros, la ignorancia de la falta del sentido común y anti-ciencia; además de la sangre fría de poner los intereses políticos por encima de la vida y la codicia de perseguir el poder a toda costa. Especialmente a medida que se acerca el día de las elecciones, estos factores están catalizando la ridiculez y la locura del guión estadounidense de la lucha contra la epidemia.

Los trucos de "atribuir culpa" no pueden resolver la propagación de la epidemia. En la actualidad, las opciones del gobierno de EE.UU. ya están claras: la única salida es restablecer la calma lo antes posible, respetar la ciencia y dedicarse activamente a la prevención y el control.

Como clamó el "New York Times" en una editorial: "Es hora de que el gobierno de los Estados Unidos tome en serio esta crisis".