Soy Robert Lawrence Kuhn y esto es a lo que estoy prestando atención: el Partido Comunista de China conmemora su 99.º aniversario.
El secretario general del PCCh Xi Jinping afirma que: “Nuestra mayor ventaja es que bajo el sistema socialista podemos concentrar nuestras fuerzas en grandes iniciativas”. Esto significa que el Partido puede reclutar y enfocarse en recursos económicos, así como organizar y movilizar fuerzas sociales, para implementar proyectos nacionales de grandes proporciones. Los proyectos que requieren de compromisos a largo plazo pueden tenerlos.
Teóricos del Partido enfatizan que concentrarse en “grandes objetivos” puede evitar los largos círculos de toma de decisiones, procrastinación tediosa, laxitud e ineficiencia de una sociedad capitalista. Esta ventaja, dicen, está basada no solo en el liderazgo fuerte del PCCh, sino que en el dominio público de los medios de producción.
Porque cuando el sustento de la economía nacional está en las manos del Estado, dicen, es posible concentrar grandes cantidades de mano de obra y materiales, junto con movilizar todas las fuerzas, para cumplir “grandes objetivos”. Pero los proyectos de gran envergadura no son las únicas metas de la economía nacional —también está la innovación tecnológica, la asignación eficiente de recursos, creación de empleo, variedad de productos, satisfacción del consumidor—, sino que todos ellos son conducidos por la competición de mercado donde empresas más pequeñas y privadas brillan.
Este es el motivo por el cual el liderazgo de China ha pedido continuar las reformas y la apertura. Una crisis importante es una prueba de fuego para la filosofía de gobernanza de un partido en el poder y para la efectividad de su gobierno.
La pandemia mundial de COVID-19 es la más extensa en un siglo. El brote tomó a China por sorpresa, pero esta recuperó su equilibrio y comenzó a luchar.
En la filosofía china, aplicable a la gobernanza o incluso al estado de guerra, existe una clara distinción entre lo que se llama el “dào” o principios orientadores y el “shù” o las estrategias y tácticas específicas. En la guerra de China contra la COVID-19, el dao, el principio general, es que las vidas de las personas son lo más importante.
Como resultado, el Gobierno resolvió pagar todos los costos relacionados con la epidemia, desde pruebas a tratamiento, todas las hospitalizaciones —no hubo límite. Casi 40 millones de miembros del PCCh combatieron el virus desde todos los frentes, incluyendo más de 13 millones que ofrecieron sus servicios voluntariamente. Luego de capear la pandemia, los ciudadanos chinos aprecian ampliamente el liderazgo del PCCh para enfrentar la repentina pandemia.
Muchos chinos dicen que su fe y apoyo al Partido han aumentado, junto con su confianza en el sistema político de China. Una mirada profunda en el sistema político liderado por el PCCh es el paralelismo probatorio entre la lucha de China contra la pandemia y la lucha de China contra la pobreza, ambas tareas nacionales de gran envergadura.
Consideren tres paralelos: el liderazgo operacional del PCCh; la capacidad de movilización del PCCh; el compromiso personal del líder de mayor rango en China, Xi Jinping. Otros proyectos nacionales multidécada incluyen el Desarrollo de la Región Occidental y de la energía alternativa/verde. Todos los sistemas políticos requieren sacrificios. Cumplir “grandes objetivos” es sin duda una ventaja del sólido sistema de Estado-Partido de China, pero no es el único criterio para evaluar sistemas. De nuevo, esta es la razón por la cual continuar la reforma y la apertura, el desarrollo y la mejora de sistema son necesarios. Seguiré atento. Soy Lawrence Kuhn.