En Kenia, la langosta del desierto devora todas las plantas de manera salvaje. Las pérdidas de los agricultores ha sido extremadamente fuerte, y antes del brote de la pandemia habían pronosticado que más personas enfrentarían el riesgo de recortes en el suministro.
Cada langosta come plantas de su propio peso todos los días, destruyendo los medios de subsistencia de las personas, los cultivos, y el ganado.
La plaga de langostas desenfrenada causó grandes pérdidas a las personas, pero se espera que tanto estas, como el ganado y los animales salvajes, puedan sobrevivir a las adversidades.