En la mayoría de los casos, la urbanización trae dificultades para la vida silvestre, pero los mapaches se benefician de las actividades humanas. A medida que su hábitat salvaje disminuye bruscamente, una gran cantidad de mapaches se mudan a la ciudad. La disponibilidad de refugio y las fuentes de alimentos disponibles en las áreas urbanas llevan a estos mapaches a una vida feliz.
Se arrastran alrededor de las luces de la calle para comer los escarabajos atraídos por las luces, buscan uno por uno algo que picotear en los autos, esperan los desperdicios de comida en las puertas traseras de los restaurantes y se escabullen en las casas por las líneas eléctricas.
Los mapaches se han adaptado a diferentes entornos urbanos, como edificios residenciales y granjas.
En los Estados Unidos, muchos residentes son acosados por mapaches. Los mapaches pueden portar el virus de la rabia y lombriz intestinal, y su migración representa un riesgo para los humanos.