El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, pronunció un discurso provocativo en la Biblioteca Presidencial Richard Nixon, donde pregonó la supuesta "amenaza de China", y dijo que las políticas estadounidenses hacia el gigante asiático en las últimas cinco décadas "han fallado", pidiendo a Estados Unidos y sus aliados que tomen "medidas más radicales". Pompeo, calificado por muchos como el peor secretario de Estado de la historia de EE. UU. está incitando el sentimiento de la Guerra Fría y representa una gran amenaza para la paz mundial.
Durante los dos años en el cargo, la mentalidad de la Guerra Fría caracteriza la filosofía política de Pompeo. En EE. UU. se incita constantemente el resurgimiento del macartismo; en la comunidad internacional se instiga a la confrontación. Esta vez, Pompeo eligió intencionalmente la ciudad natal de Nixon para pronunciar su discurso contra China y citó en repetidas ocasiones las palabras del expresidente estadounidense, con el objetivo de instigar a EE. UU. y sus aliados confrontar a China.
El Washington Post publicó el 26 de julio opiniones del Consejo de Relaciones Exteriores de EE. UU., Richard Hass, quien señaló, "que el propósito de la política desarrollada por Richard M. Nixon y Henry Kissinger era utilizar a China como contrapeso a la Unión Soviética, no moldear la política interna de China".
A los ojos de un diplomático superior estadounidense que malentendió la historia, el mundo está distorsionado completamente. Un país que tiene un diferente sistema político y civilización pero que se desarrolla con rapidez como China, se convierte en el nuevo "chivo expiatorio" de casi todos los problemas importantes de la sociedad estadounidense. En su discurso, Pompeo exteriorizó las dudas sobre casi todos los intercambios y cooperaciones normales entre China y Estados Unidos, creyendo que China se ha apropiado de todo el beneficio, y usó esto como fundamento de su incitación a la confrontación.
¿Es verdad lo que dijo Pompeo? Por supuesto que no. Tomemos como ejemplo la inversión en China. Por un lado, las empresas extranjeras que invierten y establecen sus fábricas, incluidas las estadounidenses, disfrutan de una distribución de recursos abundantes y de costos relativamente bajos. Por otro lado, los productos de "hecho en China", de bajo costo y alta calidad, no solo reduce evidentemente el nivel de inflación global, sino que también traen beneficios a los consumidores y aún más, ganancias a los inversores. Es claro que China no es "amenaza para el estilo de vida estadounidense" como lo ha dicho Pompeo, por el contrario, representa beneficios.
El proceso de integración de China en el mundo durante las últimas décadas ha demostrado que: China desea la paz no la hegemonía, China representa oportunidades no una amenaza, China es un socio no adversario. En la actualidad, China y Europa están trabajando arduamente para forjar una asociación estratégica integral con mayor influencia mundial. Alemania asumió este 1 de julio la presidencia rotatoria de la UE. Su canciller Angela Merkel ha destacado que mantener la cooperación con China tiene "intereses estratégicos significativos" para la UE.

El Washington Post publicó el 26 de julio opiniones del Consejo de Relaciones Exteriores de EE. UU., Richard Hass, quien señaló, "que el propósito de la política desarrollada por Richard M. Nixon y Henry Kissinger era utilizar a China como contrapeso a la Unión Soviética, no moldear la política interna de China".
En contraste, el unilateralismo del actual gobierno estadounidense está dañando los intereses de sus aliados, por lo que crece la desconfianza.
Para China y EE. UU., una experiencia importante en el mantenimiento de la estabilidad general de las relaciones bilaterales, es manejar las diferencias y ampliar la integración mutua.
Desde la cooperación pragmática en la lucha contra el terrorismo después del atentado del 11 de septiembre de 2001, hasta la coordinación política en respuesta a la crisis financiera global de 2008, ampliar la cooperación entre las dos partes en diversos campos ha contribuido significativamente al mantenimiento de la paz y el desarrollo mundial. Después del brote de la COVID-19, cuando la epidemia en China había sido controlada, el gigante asiático empezó a ofrecer asistencia dentro de sus capacidades a la comunidad internacional, incluido EE. UU. El mismo día en que Pompeo pronunció ese discurso, el número de los casos confirmados en Estados Unidos superaba los 4 millones. En respuesta a la epidemia, el gobernador de California, Gavin Newsom, anunció que renovaría el contrato con la compañía china BYD y ordenaría 420 millones de mascarillas además de los 500 millones previamente ordenadas.
Obviamente, el intento de Pompeo de separar a China del mundo a través de la creación de confrontaciones no corresponde a los intereses vitales de los pueblos del mundo, incluido el estadounidense.
Bloomberg citó a críticos indicando que el gobierno de Estados Unidos ha ignorado los beneficios de la cooperación chino-estadounidense en los últimos 50 años. El National Broadcasting Company (NBC) publicó un artículo, expresando su preocupación por el intento de Pompeo de crear oposición ideológica entre Estados Unidos y China bajo una "atmósfera política de desunión, inestabilidad y ningún beneficio para nadie".
Jeffrey Sachs, economista estadounidense y director del Centro para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia, señaló que para el mundo de hoy, la Guerra Fría que Estados Unidos está tratando de lanzar contra China será una amenaza más grave que el nuevo coronavirus.
El 25 de julio, 48 expertos de diversos países incluyendo Estados Unidos, China, Reino Unido, India, Rusia y Canadá, convocaron una reunión virtual sobre la campaña internacional contra una nueva guerra fría sobre China. Señalaron que los comentarios y acciones agresivas del gobierno de Estados Unidos hacia China representan una amenaza para la paz mundial, y una potencial nueva guerra fría sobre China es contraria a los intereses de la humanidad.