La nueva normalidad ha llegado a los centros históricos y culturales de México aunque, a cuentagotas. Hasta el momento, solo un museo y tres yacimientos arqueológicos adscritos al Instituto Nacional de Antropología e Historia, han sido abiertos y con un máximo permitido del 30 por ciento de su aforo.
Amanece en Teotihuacán. Por la pirámide del sol, sale el astro rey acompañado de un aerostático que le da la bienvenida al día, pero también a la nueva normalidad. Sobre estas tierras de cuyos antiquísimos habitantes se sabe poco, se levanta una de las zonas arqueológicas más visitadas del mundo. Su entrada ha permanecido negada al público durante seis meses debido a la crisis provocada por la COVID-19 pero, ahora, tímidamente, vuelve a recibir huéspedes temporales.
Al ingresar se toma la temperatura de los visitantes, mientras se les pide que desinfecten sus manos para entrar "puros" al campo de los dioses. Por los caminos de la vida y la muerte, aquellos que unen los templos con las plazas y las pirámides, caminan comerciantes, quienes luego de seis meses, necesitan reconquistar ventas perdidas.

La entrada de Teotihuacán ha permanecido negada al público durante seis meses debido a la crisis provocada por la COVID-19 pero, ahora, tímidamente, vuelve a recibir huéspedes temporales.
Ellos también limpian sus cuerpos, ofrecen pureza a sus deidades, y desinfectan la mercancía, la cual, en tiempos prehispánicos, podría considerarse una ofrenda. Antes de la pandemia, más de 7.000 personas por día compraban a estos 710 vendedores certificados.
En toda la república existen 193 zonas arqueológicas, pero también 162 museos adscritos al INAH. En la Ciudad de México solo uno está abierto. Es el Museo de El Carmen cuya construcción data de 1615 cuando fue levantado por los frailes carmelitas. Pasillos de austeridad, capillas de suntuosidad. Aquí el amante de la historia podrá mezclar su pasión por la cultura y la admiración por la belleza.