La remota zona de Hoh Xil está en el oeste de China. Allí se establecerá pronto el primer parque nacional tras décadas de esfuerzos por la conservación de la fauna.
En lo alto de la meseta de Qinghai-Tíbet, situado a unos 4.600 metros sobre el nivel del mar, Hoh Xil es un lugar inhóspito para muchos. Pero su lejanía e inaccesibilidad hacen de la reserva natural un lugar ideal para la vida silvestre, especialmente para el antílope tibetano. El guardabosques Wangyal Kunpo ha estado patrullando la zona, de 4,5 millones de hectáreas, durante más de 20 años para controlar la caza furtiva y la minería ilegal.
Kunpo estuvo motivado en gran medida por Jesang Sonam Dargye, un activista pionero dedicado a defender esta tierra. A partir de la década de 1980, muchos cazadores furtivos llegaron hasta aquí para cazar antílopes. Sus pieles tenían un gran valor en peletería. En enero de 1994, el ambientalista fue asesinado a tiros mientras luchaba contra un grupo de intrusos. La tragedia provocó la puesta en marcha de iniciativas por parte del Gobierno, incluyendo el establecimiento de la reserva natural y una estación de guardabosques que lleva el nombre del naturalista. Kunpo todavía tiene en cuenta lo difícil que era la situación cuando comenzaron los esfuerzos de conservación.
Detrás de la dedicación de estos guardabosques se encuentran múltiples desafíos y riesgos, a causa tanto de los humanos como de la naturaleza. Pero como recompensa por sus esfuerzos, la ecología local ha mejorado. Por ejemplo, los antílopes tibetanos. Su número ha crecido de unos 20.000 a 70.000. Kunpo ha sido testigo de todos los cambios a lo largo de las décadas. Las mejores perspectivas han llegado a través de un movimiento histórico: la creación del primer parque nacional de China, que cubre toda la reserva Hoh Xil. Como el país muestra una mayor determinación en la conservación de la biodiversidad, las generaciones más jóvenes se han comprometido con pasión.
Para los guardabosques, los animales salvajes aquí se han convertido en una parte de su vida, como amigos, o incluso familia. Protegerlos no es sólo un acto de amor, sino también de responsabilidad.

En lo alto de la meseta de Qinghai-Tíbet, situado a unos 4.600 metros sobre el nivel del mar, Hoh Xil es un lugar inhóspito para muchos.