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La negligencia epidémica ha sumido a EE. UU. en un desastre de derechos humanos
CRI

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos publicaron recientemente un informe sobre la esperanza de vida promedio de los estadounidenses, que muestra que, en la primera mitad de 2020, la esperanza de vida promedio de los estadounidenses se redujo en un año, de 78,8 años en 2019 a 77,8 años. Según el informe, la gran cantidad de decesos causados por la pandemia del nuevo coronavirus es la razón principal detrás de la disminución de dicho dato.

La población de EE. UU. representa solo el 4 % de la población mundial, pero el número de muertos estadounidenses causados por la pandemia de COVID-19 representa el 20 % del total mundial. Según el Centro de Ciencia e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins, EE. UU. llegó el 22 de febrero al sombrío hito de los 500.000 decesos, más que el número total de soldados estadounidenses que murieron en la Segunda Guerra Mundial. Esto es simplemente un desastre de derechos humanos. Es difícil imaginar que tanta gente pierda la vida en un periodo de paz.

Mirando hacia atrás en todo el proceso de desarrollo de la pandemia, podemos ver cuán negligente fue la Administración Trump al comienzo y cuán caótica fue la respuesta posterior. Trump declaró que la pandemia de COVID-19 era solo una "gran gripe" y dio un muy mal ejemplo sobre la cuestión de si llevar o no una mascarilla. Ante el deterioro de la situación, Trump no hizo todo lo posible por tomar medidas para contener la enfermedad, sino que trató de encontrar un chivo expiatorio, politizando constantemente la pandemia y buscando por todas partes excusas para justificarse. La Administración Trump también se retiró de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y retrocedió en la cooperación global de la lucha contra la pandemia. Además, en el peor momento de la pandemia, el Gobierno estadounidense persiguió ciegamente la recuperación económica y relajó los estándares del control y la prevención de la pandemia, lo que llevó a un mayor deterioro de la propagación de la enfermedad en su país. Por eso, el 'Washington Post' comentó que la pandemia de COVID-19 se ha convertido en un "asesinato" legal en EE. UU.

La negligencia epidémica ha sumido a EE. UU. en un desastre de derechos humanos.

El mayor derecho humano es el derecho a la vida. Occidente, encabezado por EE. UU., siempre se ha descrito como un "guardián de los derechos humanos". Sin embargo, la pandemia de COVID-19 nos ha mostrado el feo rostro que se esconde bajo el velo de los "defensores de los derechos humanos".

En este informe publicado por los CDC, también encontramos otro problema: la desigualdad racial. Según los datos, en la primera mitad de 2020, la esperanza de vida promedio de los estadounidenses blancos disminuyó en 0,8 años; la de los latinos disminuyó en 1,9 años y la de los afroamericanos disminuyó en 2,7 años. Estos datos no solo reflejan que muchos afroamericanos y latinos no tienen acceso a atención médica de alta calidad y seguridad económica, sino que también corresponden a otro conjunto de datos publicados por los CDC, a saber, la tasa de infección y la tasa de muerte por neumonía de COVID-19 en la población afroamericana son 3 y 6 veces más altas que las de la población blanca, respectivamente.

La indiferencia por el derecho a la vida, la discriminación racial, la brecha entre ricos y pobres... Todo tipo de datos muestran que la pandemia de COVID-19 ha empeorado los derechos humanos del pueblo estadounidense. La pandemia es como un espejo, refleja la crueldad de la realidad y la hipocresía de ciertos políticos occidentales.