La Administración del presidente estadounidense, Joe Biden, ha vuelto a lanzar la acusación de que China está realizando un llamado "genocidio" contra la etnia uygur en la región autónoma uygur de Xinjiang. Washington, sin embargo, no ha ofrecido ninguna prueba al respecto, e incluso el cuerpo de abogados del Departamento de Estado estadounidense alberga escepticismo en torno a estas declaraciones.
Ante ello, es necesario comprender el contexto de la lucha de China contra el terrorismo en la región autónoma uygur de Xinjiang, cuyo objetivo fue poner fin a los actos terroristas de grupos militantes islámicos.
Una acusación de genocidio no puede lanzarse a la ligera, y el uso inapropiado del término puede derivar en una escalada de tensiones geopolíticas y militares, además de devaluar la memoria histórica de genocidios como el Holocausto, lo que a su vez socava la capacidad de prevenir futuros genocidios reales.

El Gobierno chino, por su parte, aseguró recientemente que daría la bienvenida a una misión de la ONU a Xinjiang sobre la base de los intercambios y la cooperación y no bajo la presunción de culpabilidad.
Estados Unidos está basando sus acusaciones de "genocidio" en supuestos "estudios" como el del Instituto Newlines, descrito como una organización "no partidista" con sede en Washington DC. No obstante, dicha organización es un proyecto de una pequeña universidad de Virginia que sólo tiene en matrícula a 153 estudiantes y a ocho profesores de tiempo completo, además de una agenda política conservadora.
El Gobierno chino, por su parte, aseguró recientemente que daría la bienvenida a una misión de la ONU a Xinjiang sobre la base de los intercambios y la cooperación y no bajo la presunción de culpabilidad. Si no puede probarlo, el Departamento de Estado de Estados Unidos debe retractarse de su acusación de "genocidio".