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Es táctica habitual el fraude profesional de algunos políticos de los EE. UU. contra China
CRI

Centrándose en la trazabilidad del coronavirus, Estados Unidos ha desencadenado recientemente una nueva ronda de publicidad. Medios estadounidenses, políticos, agencia de inteligencia y otros actores aparecen en el escenario, una vez más protagonizan una farsa contra China.

Los actores trabajan duro, pero la trama es torpe y ridícula. Tan pronto como aparecen en el escenario, las rutinas familiares se apresuran: primero, el Wall Street Journal publicó un artículo en la víspera de la apertura de la Asamblea Mundial de la Salud, afirmando haber obtenido una pieza de inteligencia secreta, señalando deliberadamente la fuente de la epidemia de coronavirus al laboratorio de Wuhan. Posteriormente, algunos medios estadounidenses siguieron y difundieron rumores. Inmediatamente después de que los políticos estadounidenses subieran al escenario, ordenaron a la agencia de inteligencia que interviniera en las investigaciones sobre la base de la llamada "presión pública". Se escenifica una farsa premeditada que estigmatiza a China.

La misma técnica, la misma trama: el mundo exterior no es ajeno a esto. Por ejemplo, en el tema de Xinjiang, Estados Unidos también tiene esa cadena de mentiras: los llamados expertos de los think tanks fabricaron informes, el seguimiento de los medios de comunicación, los políticos expresaron amenazas, etc. La única diferencia es que el actor se cambia según sea necesario.

El mundo exterior ha notado que uno de los autores del artículo mencionado en The Wall Street Journal se llama Michael R. Gordon. Esta persona era conocida por inventar la mentira en el New York Times de que Irak tenía armas de destrucción masiva, por lo que su nombre se convirtió en sinónimo de fraude profesional. Hoy, casi 20 años después, Irak está profundamente sumido en la guerra, pero Michael R. Gordon no se ve afectado y continúa actuando como un fanático de los rumores. ¿Cuán similar es el papel de esta persona al del erudito anti-China, Zheng Guoen, en el tema de Xinjiang?

Los torpes métodos de la agencia de inteligencia estadounidense han sido descubiertos desde hace mucho tiempo por el mundo. La OMS ha declarado repetidamente que el trabajo de rastreabilidad del virus está siendo "envenenado" por la política.

En cuanto al Wall Street Journal, publicó un artículo titulado China es el verdadero enfermo de Asia en febrero del año pasado, que incitaba abiertamente a la discriminación racial y calumniaba los esfuerzos de China para combatir la epidemia, que fue ampliamente condenada por la comunidad internacional. Ahora el periódico ha actuado como una "vanguardia" al estigmatizar a China en el tema de la trazabilidad del virus, exponiendo aún más su verdadero rostro como un matón político.

Irónicamente, el anterior gobierno de Estados Unidos trató de difamar a China en la fuente de coronavirus el año pasado, que fue criticado por los demócratas como una teoría de la conspiración y un "arma política". Hoy en día, por la necesidad de "echar culpa a otros" para calumniar y reprimir a China, el gobierno del Partido Demócrata está cambiando imprudentemente sus palabras y repitiendo los errores de su predecesor. ¿No es este el fallo del sistema político estadounidense?

La farsa es farsa, que no puede levantar tempestades ni engañar al mundo. Los torpes métodos de la agencia de inteligencia estadounidense han sido descubiertos desde hace mucho tiempo por el mundo. La OMS ha declarado repetidamente que el trabajo de rastreabilidad del virus está siendo "envenenado" por la política. Muchos analistas denuncian que los políticos estadounidenses dejan que la agencia de inteligencia dirigiera la investigación de trazabilidad como algo completamente "anti-ciencia".

Estados Unidos no debe fantasear con el uso de agencia de inteligencia para fabricar un informe que culpe a China. Nadie creerá una conclusión basada en mentiras. La manipulación política de ciertas personas de los Estados Unidos no solo socava la lucha mundial contra la epidemia, sino que también les hace a ellos mismos perder su moralidad y reputación. ¡Puede describirse como dañar a otros y hacerse daño a sí mismos!