De una sociedad dependiente de la agricultura a una campeona de la industria y el comercio, el panorama económico de China ha experimentado una gran transformación, que se debe en gran parte a importantes políticas implementadas por el país.
Antes de que se introdujera el concepto del PIB en 1934, los ingresos aduaneros eran un parámetro clave para medir la fortaleza económica de un país.
En 1921, los ingresos aduaneros de China apenas rozaban el millón de dólares de plata.
La cifra ascendió lentamente y se multiplicó por cuatro una década después.
Las naciones occidentales se industrializaron en el siglo XIX, pero China permaneció a grandes rasgos como una economía agraria, lo que la ponía en desventaja a nivel global.
La invasión japonesa y la subsiguiente guerra civil devastaron a la economía china.
Tres años antes de la fundación de la República Popular, el PIB nacional era de sólo 68.000 millones de yuanes.
No fue sino hasta 1978 que comenzaron a tener lugar los cambios reales, cuando China puso en marcha una serie de reformas y se abrió al exterior.
En 1986, el PIB del país superó el billón de yuanes.
En el año 2000, China superó a Italia como la sexta economía del mundo, muy ligeramente por detrás de Francia. No obstante, su PIB representaba sólo una décima parte del de Estados Unidos, el mayor en el mundo.
Un año después, China se sumó a la Organización Mundial del Comercio, y desde entonces se ha integrado aún más con el mundo.
En 2010, desbancó a Japón como la segunda mayor economía mundial.
La economía china no sólo es grande en tamaño, sino también muy resiliente.
El año pasado, a pesar de la pandemia, China fue la única gran economía en registrar un crecimiento positivo.
Más aún: su PIB per cápita alcanzó los 10.000 dólares, más de 600 veces el valor nominal en 1952.
Y la OCDE pronostica que, este año, China contribuirá con una tercera parte del crecimiento económico mundial.
Además, está previsto un progreso todavía mayor una vez que el mundo se recupere de la pandemia.

La OCDE pronostica que, este año, China contribuirá con una tercera parte del crecimiento económico mundial.