Hace 50 años, el entonces presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, habló con franqueza del desánimo estadounidense en un discurso que no captó la debida atención de periodistas e historiadores. En Kansas City, Misuri, y en medio de un contexto marcado por la agitación racial y las protestas contra la guerra, Nixon comparó las columnas del edificio de los Archivos Nacionales en Washington con antiguos imperios caídos: "Pienso en lo que sucedió en Grecia y Roma y podéis ver qué queda: las columnas. Las grandes civilizaciones del pasado, al hacerse ricas perdían su voluntad de pervivir, de mejorar, y terminaron siendo objeto de la decadencia que, eventualmente, destroza la civilización". Y lamentó: "Estados Unidos está alcanzado ahora este periodo".
Nixon aseguró que "Estados Unidos ya no se encuentra en la posición de total preeminencia o predominio" porque "hace frente a una situación donde otras cuatro potencias, la Unión Soviética, la Europa Occidental, Japón y China, tienen la capacidad de desafiarnos en todos los aspectos". Sin embargo, consideró que podía ser algo constructivo. Unos meses más tarde, Nixon dijo a la revista Time que "el mundo será un lugar mejor y más seguro si tenemos a unos fuertes y sanos Estados Unidos, Europa, Unión Soviética, China y Japón actuando como contrapesos unos de otros".

Nixon aseguró que "Estados Unidos ya no se encuentra en la posición de total preeminencia o predominio".
Nixon quería allanar el camino para un papel más limitado de Estados Unidos en los asuntos internacionales: distención con la Unión Soviética, abandono del patrón oro bajo los acuerdos de Bretton Woods y apertura a China. Mientras Nixon hablaba, su consejero de Seguridad Nacional, Henry Kissinger, viajaba en secreto a Beijing para planificar la primera visita presidencial a China.
La predicción de Nixon resultó ser errónea, al menos en los cinco años anteriores a su fallecimiento en 1994. La Unión Soviética colapsó y Estados Unidos disfrutó de lo que Charles Krauthammer vino a llamar "el momento unipolar". En sus últimos años, Nixon argumentó que Estados Unidos dominaría la escena mundial y que su voluntad configuraría la nueva era.
Hoy, China está en ascenso, Rusia reemerge y Estados Unidos, de nuevo, se consume por la división y las dudas. ¿Desmentirá Estados Unidos las predicciones sobre su declive o se demostrará que Nixon fue un hombre adelantado a su tiempo?