Thangka, o pintura budista tibetana, es un patrimonio único de la cultura tibetana. Hoy, sus artistas buscan formas de renovar este arte tradicional. Un maestro pintor trabaja con las jóvenes generaciones para inyectar nueva vitalidad a este patrimonio tibetano.
Ciudad Tongren, provincia china de Qinghai. En tibetano es conocida como Regong, o "valle dorado donde los sueños se hacen realidad". Nada más entrar en la ciudad, uno es testigo del arte y la cultura regong. Prácticamente todas las familias elaboran o venden thangkas. Entra en cualquier hogar y, de buen seguro, verás a un artista regong ocupado con su obra.
El thangka es un estilo de pintura tibetana sobre seda o algodón y forma una parte importante de la cultura étnica tibetana. Normalmente, se retrata a una divinidad budista. Por eso, esta forma de arte implica un entendimiento profundo del budismo. La Unesco reconoce el arte thangka como patrimonio cultural inmateral de la humanidad.
En marzo de 2017, Xi Hedao, junto con otros nueve maestros thangka en China, elaboró una pintura basada en la cultura tibetana shiming. La cultura shiming es la piedra angular de la cultura tibetana, incluyendo 10 disciplinas, como estudios dramáticos. Para Xi Hedao fue una creación sin precedentes.

Thangka es un estilo de pintura tibetana sobre seda o algodón y forma una parte importante de la cultura étnica tibetana.
Xi Hedao tenía más de 70 años cuando empezó. Dejó atrás sus otros proyectos para concentrarse en este trabajo.
Debido a su avanzada edad, algunas de sus obras las debe terminar su hijo, Puhua, un pintor con experiencia. Los pigmentos tradicionales thangka están hechos de oro, plata, ágata, malaquita y azafrán. Hoy en día, se usan cada vez más pigmentos químicos. Pero Xi Hedao emplea pigmentos minerales y de plantas provenientes de China, Gran Bretaña y Alemania. El uso de pigmentos naturales da color y brillo a sus obras y prolonga su aspecto fresco. Más allá de su hijo, Xi Hedao ha tenido cerca de un centenar de aprendices.
Xi Hedao asegura que aquello que le hace más feliz no es la cantidad de pinturas thangka que elabora, sino ver a más gente joven aprender este arte.
Espera que la nueva popularidad de la que goza el arte thangka pueda ayudar a adaptarlo a la vida moderna y, por qué no, a hacerlo global.