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El "juez de derechos humanos" debe juzgarse primero a sí mismo
CRI

El 23 de agosto es el "Día Internacional de Conmemoración de la Abolición del Tráfico de Esclavos" determinado por las Naciones Unidas. Irónicamente, los "traficantes de personas" de Estados Unidos publicaron recientemente el llamado "Informe anual sobre el tráfico de personas", que incluyó a su país en la "lista de primera categoría con mejor desempeño", una vez más practicando descaradamente el juego del doble estándar, que ha sido despreciado por el mundo.

La esclavitud y el tráfico de esclavos son las peores violaciones de los derechos humanos en la historia de la humanidad. El tráfico transatlántico de esclavos forma parte de una historia sangrienta. En aproximadamente 400 años, desde el siglo XVI hasta el siglo XIX, decenas de millones de esclavos africanos fueron transportados a América a través de la aterradora "Ruta del Atlántico Central". Desde entonces, perdieron su nombre, identidad y todos sus derechos como seres humanos, y han sufrido una cruel opresión y tortura. La "potencia número uno del mundo" de hoy está pisando la columna vertebral de los esclavos. Sobre las deudas de sangre, ¿qué derecho tiene Estados Unidos a hablar de "derechos humanos"? ¿Qué coraje tiene para criticar a otros países?

La esclavitud y el tráfico de esclavos son las peores violaciones de los derechos humanos en la historia de la humanidad.

El tráfico de esclavos negros es el pecado original de los colonos y no debe olvidarse. Pero lo triste es que la historia del tráfico de esclavos durante cientos de años ha marcado el desprecio de los derechos humanos y la discriminación racial en los genes de Estados Unidos, y ha sido una enfermedad institucional difícil de eliminar. Hasta el día de hoy, las minorías, incluidos los afroamericanos, siguen sufriendo la discriminación ubicua. Su nivel de vida promedio es más bajo, la tasa de desempleo es más alta y les resulta más difícil obtener recursos sociales como educación y atención médica.

El estallido de la pandemia del nuevo coronavirus ha ampliado aún más estas brechas sociales. El informe “¿EE. UU. primero? La verdad sobre la lucha de EE. UU. contra la pandemia" publicado recientemente por varios especialistas de China muestra que, al 3 de marzo de 2021, en los 38 estados de EE. UU. y el Distrito de Columbia, la tasa de cobertura de vacunas para los blancos es 2,1 veces mayor que la de los afroamericanos y 2,9 veces más que la de los hispanos. Los datos de la Oficina del Censo de EE. UU. también muestran que la tasa de desempleo de los afroamericanos fue del 9,2% en junio, mucho más alta que el 5,2% de los blancos.

Lo impactante es que el tráfico de personas y el trabajo forzoso todavía existen en suelo estadounidense, y las minorías étnicas son más perceptibles de ser víctimas. Según las estadísticas de la organización estadounidense sin fines de lucro "Polaris Project", desde finales de 2007 hasta finales de 2019, se denunciaron un total de 63.380 casos a la "Línea nacional contra el tráfico de personas" de EE. UU., de los cuales 11.500 casos se tratan de tráfico de personas en 2019, con 22.326 víctimas.

Entre estas víctimas, un gran número de personas fueron mandadas a talleres de trabajos forzosos o sometidas a servidumbre doméstica. El Centro de Investigación de Derechos Humanos de la Universidad de California en Berkeley publicó una vez un informe "Esclavos ocultos: fenómeno del trabajo forzoso en los Estados Unidos", en el que se señalaba que no importa en qué período, en los Estados Unidos siempre hay al menos 10.000 personas en "trabajo forzoso". El hecho más aterrador es que, ya sea el tráfico de personas o el trabajo forzoso, estas cifras mencionadas son probablemente solo una mínima parte. El espectro de la esclavitud aún deambula por este país autoproclamado “faro de los derechos humanos”.

El historial de derechos humanos extremadamente alarmante de Estados Unidos hace que la frase "todos los hombres son iguales" en su "Declaración de Independencia" parezca pálida y débil. El llamado "juez de derechos humanos" debe juzgarse primero a sí mismo, y no está cualificado para señalar con el dedo a otros países.