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Repaso del estallido de la Revolución de 1911
CGTN en Español
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03:28

La Revolución de 1911 se produjo tras décadas de invasiones extranjeras, la guerra y el estancamiento, que llevaron a China al borde del colapso. 

A principios del siglo XIX, el Imperio chino estaba autoaislado y el comercio con otros países estaba prohibido o limitado a ciertos lugares. 

Incapaz de obtener un acceso fácil y barato al lucrativo mercado chino, Reino Unido vendió opio para facilitar el balance de sus pagos. Cuando el Gobierno Qing se resistió, Reino Unido atacó, desencadenando lo que se conoce como la Primera Guerra del Opio. Fue un desastre para China. El Gobierno Qing fue obligado a abrir más puertos comerciales y a ceder la isla de Hong Kong a Reino Unido.

Lo peor estaba por llegar.

En 1856, una alianza militar entre Francia y Reino Unido, respaldada por Estados Unidos y la Rusia zarista, movilizaron de nuevo sus fuerzas contra China. Fue conocida como la Segunda Guerra del Opio. La dinastía Qing fue obligada a firmar más tratados desiguales que concedían territorio y privilegios especiales a los invasores.

A finales del siglo XIX se produjo una revolución industrial que se extendió por países como Reino Unido, Francia, Estados Unidos y Japón. Estos países experimentaron grandes avances en casi todos los sectores, incluido el militar. China, sin embargo, que mantuvo su política aislacionista y dependía en gran medida de la agricultura, se quedó atrás. Esto animó a estos países a exprimir a China y más conflictos les trajeron más concesiones.

Japón también se estaba convirtiendo en una potencia militar e industralizada y puso su vista en China, iniciando la denominada Primera Guerra Sino-Japonesa. El siguiente tratado obligó a los Qing a ceder la isla de Taiwan.

Ese no fue el fin.

La Rebelión de los bóxers desafió sus intereses en China y una alianza de ocho naciones libró otra guerra contra una China que ya estaba colapsando. Se firmó un tratado humillante conocido como Protocolo Boxer.

Junto a décadas de invasiones extranjeras, la dinastía Qing también luchó a nivel nacional.

En un esfuerzo por compensar las pérdidas ante Occidente, los gobernantes aplicaron impuestos más altos a la gente común, causando grandes dificultades. Una multitud de rebeliones, la mayor de ellas conocida como Taiping, trajeron gran agitación y caos. El gobierno fue obligado a pensar seriamente en la modernización. Llevó a cabo una campaña estratégica de autofortalecimiento, que buscaba hacer avances en práticamente todos los sectores. Pero a medida que Occidente intensificó su agresión, entre muchos chinos aumentó el temor de que el país estaba a punto de ser "troceado como un melón".

Un grupo denominado los bóxers movilizó a cientos de miles de personas para luchar contra las fuerzas extranjeras. Pero se mantuvo la sensación de que China nunca podría hacer las mejoras necesarias a menos que el gobierno imperial fuera derrocado.

El sentimiento nacionalista se hizo más fuerte, muchos revolucionarios apoyaron una república de estilo occidental en lugar de un gobierno imperial. Las rebeliones eran frecuentes hasta que la Revolución de Xinhai de 1911 demostró ser la decisiva.

Monumento al Levantamiento de Wuchang de la Revolucón de 1911