La Revolución de Xinhai, o Revolución de 1911, puso fin al mandato imperial en China y difundió la idea de democracia e igualdad. Analicemos este importante capítulo de la historia china.
Tras múltiples derrotas en guerras contra fuerzas extranjeras desde la Primera Guerra del Opio, el poder de la dinastía Qing estaba debilitándose, al mismo tiempo que varios movimientos buscaban el fin del mandato imperial dentro del país.
Uno de esos movimientos estaba encabezado por un joven revolucionario llamado Sun Yat-sen.

Sun Yat-sen en Shanghai.
En 1905 fundó la Tongmenghui, la Liga Unida, con el objetivo de derrocar al emperador y fundar una república.
El 10 de octubre de 1911, los miembros de la Liga Unida se enfrentaron al ejército Qing en Wuchang, en el centro del país. Finalmente tomaron toda la ciudad, y eligieron a un líder temporal.
Esta rebelión armada, conocida como el Levantamiento de Wuchang, marcó el inicio de la Revolución de Xinhai.

Monumento al Levatamiento de Wuchang de la Revolución de 1911.
El 2 de diciembre las fuerzas revolucionarias habían logrado el control de Nanjing, que se convirtió en la sede de su gobierno provisional.
Cuatro semanas más tarde, Sun fue elegido primer presidente provisional.
En esos momentos, Beijing seguía siendo la capital del gobierno Qing.
Para acabar con la dinastía Qing, los revolucionarios negociaron con Yuan Shikai, que controlaba el Nuevo Ejército, las fuerzas imperiales entrenadas y equipadas al estilo occidental.
Sun prometió que Yuan sería presidente si lograba persuadir al emperador para que dimitiera.
El 12 de febrero de 1912, el último emperador, Puyi, y la emperatriz viuda Longyu accedieron a abdicar tras la presión de Yuan.
Para entonces, la última dinastía feudal de China se había desvanecido en la historia.