Nota del editor: Pan Deng es director ejecutivo del Centro de Derecho de América Latina y el Caribe, Universidad de Ciencias Políticas y Derecho de China. El artículo refleja las opiniones del autor, y no necesariamente la línea editorial de CGTN.
En los últimos 20 años del siglo XX, China se integró activamente en la ola de la globalización. Justamente desde entonces, el crecimiento y fortalecimiento de este gran país asiático siempre han estado acompañados de críticas en el tema de los derechos humanos según la perspectiva occidental, en la que los derechos humanos se ven como un tabú o el terreno más olvidado en el rápido desarrollo de este país oriental. Poco a poco, estas dos palabras se han convertido en una vía para desprestigiar la política china, la excusa más fácil que se puede hallar para reprochar a este país y la herida que corta los logros del Gobierno nacional del bienestar de la población.
Sin embargo, los que han experimentado y están experimentando este gran proceso tienen mayor derecho a la palabra. En las últimas décadas la fuerza de China ha aumentado significativamente, y el estado de los derechos humanos de la población china también ha mejorado mucho. La educación obligatoria de nueve años, la garantía de vida mínima, la garantía del salario mínimo, la asistencia en el empleo y garantía de carrera, el seguro médico, la transparencia gubernamental, la democracia y autonomía de base asistencia judicial, etc., el sistema institucional en estos campos ha puesto el hincapié desde la “supervivencia” hasta el “desarrollo” y desde la “abundancia” hasta la “felicidad”. Lo más importante es que estos sistemas cubren a todos los chinos, quienes representan casi el 20 % de la población mundial. A diferencia de la filosofía tradicional de los derechos humanos, la cual se basa en la protección de los derechos políticos que toman como núcleo la “libertad”, China se esfuerza por proteger todos los derechos de cada ciudadano individual y a todos los ciudadanos como un aspecto integral sobre la base del desarrollo de la prosperidad del país, la vigorización del pueblo y la felicidad de las personas.
Es precisamente por este concepto que China sostiene la idea de que la situación de los derechos humanos de un país es un desarrollo dinámico y está íntimamente relacionado con la situación política, el desarrollo económico y la estructura social de este, por lo que no hay algo perfecto, sino que siempre se necesita mejorar. Desde 2009, China ha formulado e implementado cuatro Planes de Acción Nacional de Derechos Humanos, estableciendo metas y tareas para respetar, proteger y promover los derechos humanos en cada periodo. Después de cada etapa, se evalúa la implementación y se realiza un resumen para hacer el plan de la siguiente fase. El Informe de Evaluación sobre la Implementación del Plan de Acción Nacional de Derechos Humanos (2016-2020), publicado a fines del pasado septiembre, mostró que las 168 metas y tareas del documento se completaron, y muchas de ellas se cumplieron antes o por encima de lo previsto.
No se puede esperar que este informe haga que toda la comunidad internacional observe el progreso de la situación de los derechos humanos en China, porque este tema seguirá siendo un arma de algunos países y fuerzas para difamar la imagen de China, interferir en los asuntos internos de este país y contener su desarrollo. Pero para los que realmente se preocupan por la causa del progreso de los derechos humanos en el mundo, bien vale la pena estudiar el informe.
Aunque se ha convertido en una práctica internacional reconocida evaluar la situación de los derechos humanos a través de una serie de indicadores cuantificables, la elección de indicadores no debe ser el privilegio de algunos países o grupos. Este justamente es el origen de las discrepancias y enfrentamientos entre Oriente y Occidente y entre países desarrollados y en desarrollo sobre cuestiones relacionadas con los derechos humanos.
Dicho plan de acción y su informe de evaluación respetan en primer lugar las opiniones generales de la comunidad internacional sobre los derechos humanos, como por ejemplo: los derechos civiles y políticos (51 elementos en total), los derechos de grupos específicos (37 elementos en total) y la aplicación de los tratados internacionales de derechos humanos y los intercambios y la cooperación internacionales (15 elementos en total). Sus indicadores de evaluación incorporan las opiniones dominantes de la comunidad internacional sobre los derechos humanos. Pero unos indicadores sobre los derechos económicos, sociales y culturales también han presentado expresiones diferentes al discurso tradicional de los derechos humanos. Esto coincide con la consistente posición de China en este campo: se debe aprender de otros países los conceptos y prácticas útiles para la protección y promoción de los derechos humanos y, al mismo tiempo, hay que hacer una propia contribución a la causa mundial de los derechos humanos.
Para los que buscan“mantener la hegemonía”en nombre de“preservar el orden internacional”, no es necesario engañar al mundo y crear una mentira de que “algún país está comprometido con cambiar las reglas internacionales de los derechos humanos”. El respeto mutuo es la base de las relaciones interpersonales. Si uno no respeta el progreso y los conceptos de los derechos humanos de otros, no vale la pena discutir con él temas sobre derechos humanos. Honestamente, ya es un hecho objetivo que existen discrepancias sobre este tema en la comunidad internacional. Algunos enfatizan las libertades políticas y civiles, mientras que otros, los derechos económicos; hay personas que creen que solo cuando los derechos humanos pueden ser remediados por la justicia son derechos humanos reales, y otros piensan que la vida feliz forma parte de los derechos humanos; algunos creen que los derechos individuales son superiores a los derechos colectivos, y algunos creen que es todo lo contrario.

Pan Deng, director ejecutivo del Centro de Derecho de América Latina y el Caribe, Universidad de Ciencias Políticas y Derecho de China.