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Democracia, un pretexto de injerencia de EE. UU.
CGTN Español

¿Qué consecuencias han dejado las acciones de imposición del modelo democrático de EE. UU. a otros países? ¿Prosperidad o desastre? De Haití a Afganistán, pasando por Iraq y Siria, se nos hace imposible encontrar algún ejemplo exitoso. En entrevista concedida a Hora de Hablar, el subdirector del Centro de Estudios de América Latina y el Caribe del Instituto de Estudios Internacionales de China, Bu Shaohua, indicó que el sistema político de un país no puede separarse del desarrollo económico y social de dicha nación. 

En la historia de la política democrática de América Latina y el Caribe, las intervenciones, injerencias y acciones de desestabilización por parte de Washington siempre han estado presentes, entorpeciendo en la mayoría de los casos procesos que se han gestado por la voluntad de esos pueblos. La Casa Blanca ha estado detrás de invasiones militares contra varios países de la región, como Cuba, Haití o Panamá. En años recientes, tales operaciones injerencistas por parte de Washington han aumentado contra varios países latinoamericanos, lo que se ha hecho evidente en los casos de la crisis política de Bolívia de 2019 y en la más reciente de Venezuela. 

Aunque EE. UU. dice fomentar esta política exterior en nombre de la democracia, su objetivo real consiste, a todas luces, en mantener la hegemonía absoluta de la que ha gozado a nivel regional. Algo irónico para quien se autodefine defensor de la más pura democracia es que haya mantenido buenas relaciones con buena parte de los dictadores que han dejado su amarga huella en la historia de América Latina. La Casa Blanca apoyó la tiranía de Batista en Cuba, la de Duvalier en Haití y la de Pinochet en Chile. Son ejemplos todos que demuestran a las claras el doble estándar de EE. UU. en su política exterior.