“El Chente” tuvo su último adiós sobre las tierras del rancho Los Tres Potrillos que construyó junto a su familia durante más de 60 años de carrera artística.
Así le gritan a su rey en esta partida hacia un nuevo escenario que algún día, todos, podrán admirar nuevamente. Recordemos que en México la muerte se celebra y la del Chente, viene con mariachis, canto, trajes y sombreros. Cuquita, su esposa, no se ha separado de las flores que custodian a su compañero de vida. Ella lo decía, Vicente, de la puerta para adentro es mío, de la puerta hacia afuera es de México. Hoy es del mundo.
Fernández falleció a los 81 años luego de sufrir un colapso multiorgánico. Los últimos cuatro meses los pasó hospitalizado con leves mejorías que no fueron suficientes para una última tonada. Los amigos, lo siguen escuchando, lo siguen recordando con orgullo en libros, en bocanadas de letras.
No importa la edad, lo importante es llegar. Aquí a ninguno le preocupa la muerte como al gran mariachi. Para él era más difícil nacer que morir, para los que siguen sus pasos, es más fácil cantar, que llorar. Es mejor pintar que lamentar.
Chente era el amigo de todos, el que estaba en las buenas y en las malas con un buen tequila o un mezcal. El mariachi de Huentitán era el que escuchaba y consolaba.
El último gran mariachi se ha ido el mismo día de su patrona la morenita Virgen de Guadalupe, tal vez decidió irse a darle la serenata en persona. En sus tierras reposará, todo México lo recordará.
Desde los mariachis, lo que viene es más honor y una medalla con su nombre reconocerá al mejor.
Y volver, volver, volver, a tus brazos otra vez, a los de México esta vez, pero siempre siendo el rey. Rozan las cinco de la tarde, Vicente se va a descansar en su México lindo y querido. Diremos que está dormido y lo dejamos aquí en su tierra mexicana, en Jalisco, en el Rancho de sus Tres Potrillos…

“El Chente” tuvo su último adiós sobre las tierras del rancho Los Tres Potrillos que construyó junto a su familia durante más de 60 años de carrera artística.