En la capital alemana, Berlín, salas y discotecas han tenido que cerrar porque la pandemia de COVID-19 no da señales de remitir en muchas partes del mundo. Hemos visto a músicos y a cantantes profesionales actuar en balcones, azoteas e, incluso, en las partes traseras de sus camiones, para poder seguir llevándole su música a la gente. Algunos disyóqueys de Berlín decidieron trasladar sus inspiradores compases a las plataformas de transmisión en línea, en un gesto que unió a fans de todo el mundo.
En Berlín, ciudad de salas legendarias y DJs icónicos, la pandemia obligó a parar los bailes. El silencio se apoderó de las salas, la música hizo frente a su más poderoso enemigo. Pero algunos se levantaron y subieron el volumen al máximo.
El DJ internacional Paul van Dyk cruzó el mundo actuando en conciertos en los que se agotaban las entradas. Hasta que la pandemia lo frenó todo.
"En tiempos extraordinarios, medidas extraordinarias". Primero, Van Dyk transmitió por internet los ritmos que creaba en su hogar. A partir de ahí, a medida que el mundo entero acudía a las transmisiones en vivo, sus sesiones, los domingos por la tarde, empezaron a ser cada vez más elaboradas.
De esta forma, a las 7 de la tarde en punto, fans de todo el mundo se conectaban y bailaban. Separados por kilómetros de distancia, pero unidos por un mismo ritmo.

El DJ internacional Paul van Dyk comparte músicas con fans de todo el mundo.
"Ha sido una montaña rusa. Tras el primer año de pandemia, empecé a preguntarme qué estaba haciendo, porque tengo que ganarme la vida. Luego decidí probar en la educación, como profesor auxiliar de escuela", dijo el DJ Nikko Schwind
A pesar del cambio repentino de carreras, él no ha abandonado del todo la música.
"Creo que en el futuro haré algunos proyectos de música para niños. Crearé una organización sin ánimo de lucro para hacer música con los niños", afirmó.