Autores: Lin Haihong y Tian Wenlin (profesora asociada de la Escuela de Marx de la Universidad de Ciencias Políticas y Derecho de China y profesor de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Renmin de China, respectivamente).
La estrategia básica de Estados Unidos en Eurasia, como potencia aislada del continente, es "dividirlo y gobernarlo". Para lograr esto, la política básica de Estados Unidos es utilizar sus capacidades para crear un "caos controlado" en todo el mundo, destruyendo los fundamentos de la independencia y la autonomía locales, de modo que siempre haya una "úlcera" en el continente euroasiático de la que pueda sacar continuamente provecho.
Especialmente en los últimos años, a medida que el capital financiero ha ido adquiriendo mayor influencia en la política estadounidense, el carácter beligerante de la política exterior de Estados Unidos se ha ido acentuando. La crisis Rusia-Ucrania es un caso típico.
Prima facie, este conflicto fue iniciado por Rusia con sus tropas penetradas en Ucrania, pero en realidad es el resultado inevitable de que Estados Unidos promueva la continua expansión de la OTAN hacia el este y la separación de las relaciones entre Europa y Rusia. Tras el estallido de este conflicto, Estados Unidos hizo todo lo posible para prolongar su duración, con el fin de pescar en río revuelto.
La financiarización de la economía hace que EE. UU. sea más beligerante
Estados Unidos fue durante mucho tiempo el país manufacturero más importante del mundo. Desde principios del siglo XXI, Estados Unidos ha pasado cada vez más del capitalismo industrial al capitalismo financiero.
Entre 1960 y 2017, el sector financiero de Estados Unidos aumentó del 14% al 21% del PIB, mientras que la participación de la industria manufacturera cayó del 27% al 11%. Al mismo tiempo, los beneficios del sector financiero aumentaron del 17% al 30%, mientras que los del sector manufacturero cayeron del 49% al 17%, una contracción de dos tercios. Otras estadísticas muestran que, entre 1947 y 2012, el PIB de EE. UU. creció 63 veces, con la industria manufacturera creciendo 30 veces y el sector financiero creciendo 212 veces. El capital financiero es cada vez más dominante en la vida política y económica del país.
El capital industrial se basa en la producción en masa, que puede aumentar la cantidad total de riqueza social y absorber un gran número de puestos de trabajo. Y para obtener ganancias, hay que pasar por muchas etapas como la compra de materias primas, el procesamiento y la producción, y la venta de productos. Por lo tanto, también necesita un entorno exterior pacífico y estable, y solo utiliza la fuerza si se bloquea la expansión del capital industrial.
Por el contrario, los beneficios del capital financiero están separados de la economía real desde el principio y se consiguen principalmente por "comprar barato y vender caro". Cuanto más volátil sea la economía y el movimiento del valor del capital, mayor será la oportunidad para el capital financiero de pescar en el agua y beneficiarse yendo en largo o en corto. Así, el capital financiero está más interesado en crear caos que el capital industrial, y en extraer beneficios excesivos a través de medios destructivos como la guerra.
"Caos controlado": una nueva forma de guerra en la era del capital financiero
El capital financiero no crea por sí mismo la riqueza, sino que, en virtud de su posesión de capital, participa en la división de la plusvalía creada por los trabajadores. La sobreinflación del capital financiero hace que los beneficios creados por la economía real tengan que ser distribuidos por el capital omnipresente, por lo que la tasa media de beneficio se diluye fuertemente por la burbuja financiera, hasta el punto de ser cercana a cero. Se puede decir que el imperialismo financiero marca lo “hinchado” del capitalismo, y que es una señal de la decadencia del país y del capitalismo.
En este contexto, el capital financiero obtiene sus beneficios a través de dos formas principales: una es a través de la interminable especulación financiera y los derivados financieros, que han evolucionado hacia un "capitalismo de casino", es decir, obtener ganancias a manos llenas pero a costo cero; la otra es a través de la "creación de desastres" para lograr la redistribución de la riqueza entre los países. Esta forma también se conoce como "capitalismo de catástrofes", es decir, obtener beneficio de guerras o desastres. Así, el capital financiero prefiere crear la guerra que el capital industrial.
Al mismo tiempo, la viciosa expansión de la "economía de la deuda" de EE. UU. ha hecho que esté ansioso por crear guerras en todo el mundo. El país norteamericano tuvo 258.000 millones de dólares de deuda pública en 1945, pero esta cifra superó los 30 billones de dólares en febrero de 2022.
El "boom económico" de EE. UU. se basa principalmente en una reproducción monetaria de "dinero por dinero". Según los cálculos, por cada dólar del PIB, Estados Unidos tiene que recurrir a más de 5 dólares de nueva deuda. Estados Unidos necesita al menos 2.000 millones de dólares al día para mantener su aparente prosperidad económica. Y al capital le gustan, por naturaleza, los lugares de inversión de "bajo riesgo y alto rendimiento".
En otras palabras, solo si otros países y regiones del mundo son más volátiles y caóticos que Estados Unidos, enormes cantidades de capital volverán a fluir hacia Estados Unidos para apoyar su desarrollo económico y su prosperidad. En este contexto, Estados Unidos está más interesado en la guerra que en cualquier otro momento en la historia, y sus motivos ya no son los de la época del capital industrial de ampliar mercados y encontrar materias primas, sino crear un "caos controlado" en otros países y regiones para que el capital mundial vuelva a Estados Unidos. Esta lógica de la guerra basada en la hegemonía financiera ha trastocado completamente la lógica del sistema económico internacional tradicional y es la forma más reaccionaria y corrupta de hegemonía.
La idea central del "caos controlado" es que Estados Unidos debe utilizar sus capacidades de comunicación y movilización global para crear, reproducir y extender caos en todos los sectores del país objetivo, destruyendo los cimientos de su independencia y autonomía, sumiéndolo en el caos y forzándolo a iniciar la transformación, con el fin de salvaguardar los intereses y la seguridad de Estados Unidos.
En resumen, la lógica teórica del "caos controlado" es: en primer lugar, la comunidad internacional es en sí misma un sistema de caos. En segundo lugar, un cierto grado de conflicto político está destinado a sumir en el caos al sistema político atacado. En tercer lugar, el caos no es algo malo para Estados Unidos, que debería verlo como una oportunidad, o incluso hacer algo para crearlo, en lugar de mantener un mundo estable a largo plazo. Cuando el mundo cae en un "caos controlado" y Estados Unidos se convierte en una "isla de orden", este puede obtener beneficios estratégicos. El "caos controlado" proporciona la justificación para que Estados Unidos subvierta los regímenes de otros países.
A fin de cuentas, en la era del capitalismo financiero, el objetivo de las potencias occidentales a la hora de librar guerras, especialmente las "guerras híbridas", ya no es obtener materias primas y ampliar los mercados, sino crear un "caos controlado". Según algunos estudiosos, la estrategia actual de Estados Unidos y la OTAN ya no consiste en ganar guerras o conflictos, sino en crear un caos interminable para controlar a las personas, los países y los recursos locales.
El caos de Oriente Medio y el conflicto entre Rusia y Ucrania son víctimas
Oriente Medio es una víctima típica del "caos controlado" creado por Estados Unidos.
Tras el final de la Guerra Fría, Estados Unidos se convirtió en la única superpotencia mundial y en un momento dado no supo qué hacer por la ausencia de rivales estratégicos. Después de los atentados del 11 de septiembre, Estados Unidos vio al mundo islámico como la principal amenaza y el punto clave para que EE. UU. configurara el nuevo orden internacional. Desde el final de la Guerra Fría, Estados Unidos y Europa han lanzado cinco guerras regionales, a saber, la Guerra del Golfo, la Guerra de Kosovo, la Guerra de Afganistán, la Guerra de Irak y la Guerra de Libia, aparentemente por "antiterrorismo" y "democracia", pero de hecho, están al servicio de las necesidades del capital monopolista, especialmente del capital financiero, en su expansión global.
Si vemos a mayor escala, según las estadísticas estadounidenses, en los 70 años transcurridos desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha llevado a cabo 41 operaciones militares en Oriente Medio. Todos los países que han sufrido la intervención militar directa o indirecta de este país norteamericano han proporcionado una oportunidad a los bancos, empresas e inversores estadounidenses para redistribuir su riqueza. Al privar a estos países de sus tierras, su mano de obra, sus mercados y sus valiosos recursos, y al crear un "caos controlado", Estados Unidos ha reducido enormemente la capacidad de desarrollo de los países de Oriente Medio y los ha convertido en proveedores de recursos del "primer mundo" para facilitar el saqueo comercial y la extracción de riqueza, y luego, controlar los recursos financieros, militares y de información del mundo. Los países de Oriente Medio, que han sufrido ataques militares, van perdiendo su capacidad de desarrollo autónomo, se enfrentan a un sufrimiento interminable y acaban por ser subordinados al sistema económico occidental.
El actual conflicto ruso-ucraniano es también un ejemplo típico de cómo Estados Unidos crea "caos controlado".
Como dijo la excongresista estadounidense Tulsi Gabbard, EE. UU. habría podido evitar este conflicto fácilmente comprometiendo que Ucrania no entraría en la OTAN, pero el país norteamericano se negó a hacerlo. Tras el estallido del conflicto, Washington hace lo posible para prolongar su duración, con el fin de vender armas a Europa y a Ucrania, y obtener grandes beneficios de la expansión militar europea.
Estados Unidos crea tensiones a su antojo, manipula los miedos y demoniza a otros países para continuar con el crecimiento de su presupuesto de defensa en el futuro. En la actualidad, con la viciosa expansión del capital financiero, su carácter de "capitalista del desastre" es cada vez mayor, lo que está provocando una creciente inquietud internacional. Solo uniendo a todos los países y pueblos amantes de la paz del mundo para que las fuerzas de la paz superen a las de la guerra, se podrá mantener la paz mundial y evitar en lo posible el "caos controlado".