El conflicto entre Rusia y Ucrania sigue provocando numerosas consecuencias en Europa. Las sanciones impuestas por la Unión Europea a Rusia hacen que Europa tenga que buscar nuevas formas de energía para mitigar la dependencia energética que hasta ahora tenía de Rusia en gas y carbón.
España, por su situación estratégica, su posicionamiento en energías renovables y su gran capacidad de almacenaje gasístico, podría convertirse en la entrada principal de gas a Europa y en el gran proveedor de energías renovables.
España es uno de los países de la Unión Europea que puede jugar un papel importante, no sólo en energías renovables, sino como distribuidor de gas para Europa por su capacidad de almacenamiento, ya que cuenta con estructura para almacenar el 35 % del gas que Europa necesita.
Además, es el mayor importador de gas natural licuado (GNL) de la Unión Europea, con una capacidad de 3,31 millones de metros cúbicos, lo que le confiere una posición privilegiada para sustituir a Rusia como almacén del gas europeo.
La Unión Europea debe apostar por la interconexión gasística entre España y el resto de Europa a través de la zona pirenaica de Cataluña y recuperar el proyecto Midcat, ya que a pesar de que España es el gran almacén de gas licuado de la Unión, sólo el 3 % de lo almacenado se distribuye al resto de estados miembros por los tubos de Guipúzcoa y Navarra, lo que supone unos 7.000 millones de metros cúbicos de gas licuado al año.
España cuenta con 7 plantas regasificadoras repartidas a lo largo de su territorio, Barcelona, Bilbao, Gijón, Ferrol, Sagunto, Cartagena y Huelva. Con estas infraestructuras, España está preparada para recibir el gas procedente de África y todo el gas comprometido por Estados Unidos.

Empleados trabajan en una planta de gas natural licuado en Barcelona.