El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador aseguró que no irá a la Cumbre de las Américas y en su representación estará el canciller, Marcelo Ebrard.
Andrés Manuel López Obrador cumplió su palabra: si todos los países de la región no son invitados, él no asistirá a la cita presidencial en Los Ángeles, California.
Es de recordar que la razón de exclusión por parte del gobierno de Joe Biden, como país anfitrión, es que Cuba, Nicaragua y Venezuela, para Washington, son sistemas no democráticos. Analistas mexicanos aseguran que es una posición contraria a los procesos de cambio que vive la región. Ven un retroceso hacia la década de los ochenta.

La Cumbre de las Américas se celebra en Los Ángeles, California.
José Ignacio Martínez, coordinador del Eje de Política Internacional de la Red China - América Latina y el Caribe aseguró que la Cumbre de Las Américas era el espacio para el debate cara a cara entre modelos diferentes de gobierno dentro de una región pluricultural.
"De los 35 países del continente americano, el único país que no tiene una elección de sufragio directo es Estados Unidos. Entonces aquí habría que precisar bajo qué estándares de democracia, de libertad es el que determina Washington decir si tal o cual país cumple con lo que establece el manual de los Padres Fundadores de la Unión Americana", dijo Martínez.
López Obrador descartó que su decisión genere una mala relación con su homólogo Joe Biden y llega a justificar la posición tomada por el inquilino de la Casa Blanca.
"Es un hombre bueno. En este caso, siento que hay muchas presiones de los republicanos y sobre todo de algunos dirigentes del Partido Republicano y también del Partido Demócrata, que tienen que ver con la comunidad cubana en Florida y en Estados Unidos, que tienen mucha influencia, pero que desde mi punto de vista están actuando con odio y que no quieren la hermandad de los pueblos y están haciendo sufrir mucho a un pueblo abnegado y digno como el pueblo de Cuba", indicó el presidente mexicano.
López Obrador reiteró que, bajo ese contexto de odio y sectarismo, asistir a la Cumbre sería contrario a los principios de la política exterior mexicana que establece la no intervención y el respeto a la autodeterminación de los pueblos.