Fu Baoshi es uno de los más célebres maestros modernista de la pintura paisajista de China. Oriundo de la provincia de Jiangxi, destaca por ser pionero de la técnica del “lavado de tinta o salpicado de tinta. Desde la década de 1940 hasta 1960, su estilo abrió un nuevo camino en el renacimiento moderno de esta tradición artística.
Vayamos a conocer a Fu Baoshi.
Los matices de la tinta surgen de la espontaneidad. Estos pueden materializarse como acantilados escarpados o en infinitas cadenas montañosas.
De esta forma el pincel retrata las maravillas y grandezas del cosmos, gracias a la inspiración creativa del artista.
Los sonidos de los humanos en el valle atraen a los viajeros que recorren el camino. Llegan a una cabaña donde juegan los niños y luego se sientan a beber vino. La fragancia del vino flota en el bosque, mientras los viajeros admiran el maravilloso paisaje.
La infinita extensión del monte Hua está plasmado en esta cuadro con increíbles detalles y alcances.
"Esplendores del monte Hua" es un logro histórico en el arte paisajista moderno de China. Su creador fue el Maestro Fu Baoshi.
Los mensajes plasmados en la imagen pueden ser decodificados por las pinceladas deslumbrantes e irregulares.
Estas texturas matizadas son una característica distintiva de la pintura china. Con los bordes exteriores del pincel, el artista puede lograr un modelado impresionante, con texturas variadas signifitivamente.
Esta pintura en particular presenta un enfoque altamente individualizado de composición.
Tras disolver la tinta de la brocha agrupada en el papel van apareciendo una serie de tenues filamentos, a medida que la tinta va esparciéndose.
Los trazos dramáticos son casi palpables, laten con vigor. Aquí el pincel acaricia el papel de arroz para crear vívidos modelados y sombreados. Esto le da a la imagen una profundidad conmovedora.

Los detalles de la pintura "Esplendores del monte Hua", creada por Fu Baoshi.
Este estilo único surgió por primera vez hace más de ocho décadas, cuando la nación china estaba en peligro, sumergida en la guerra contra la agresión japonesa.
Precisamente fue durante la agresión japonesa en los años 40 del siglo XX, que Fu Baoshi deja la provincia de Jiangxi y se instala en la ciudad de Chongqing, respondiendo así al llamado del renombrado escritor y político Guo Morou, quien exhortaba a los artistas a movilizar a las masas en defensa de la nación china.
Todos los días, caminaba cabizbajo por el bosque para llegar a la universidad donde enseñaba. El magnífico y exuberante paisaje de Sichuan fue una fuente de inspiración y de fortaleza para el artista, quien, dolido por el sufrimiento de su pueblo, no dejaba de preguntarse qué podía hacer un profesor de Bellas Artes para ayudar a su patria.
En lo profundidad de una noche lluviosa, Fu Baoshi ahogó sus penas con vino. La indignación contra los invasores extranjeros y el amor por su patria lo llevaron a tomar sus pinceles para exteriorizar todo lo que sentía.
Golpeó vigorosamente la brocha cónica contra el papel, con una presión y un impacto que estaban intensificados por el dolor que sentía.
Esto marcó el nacimiento de su propio estilo de “tinta lavada”. Sus innovadoras composiciones han sido admiradas desde entonces .
La exposición de pinturas de Fu Baoshi en 1942 dejó atónito al público espectador.
Sus pinceladas innovadoras y sus composiciones pictóricas únicas donde expresaba sus profundos sentimientos hacia el paisaje de su país y sus pinturas de figuras antiguas chinas fueron fuente de inspiración en la renovación del sentimiento patriótico.
El poder que transmiten los cuadros de arte es ilimitado. Las pinturas chinas tienen esa gran fuerza interna. P ueden representar tanto la prosperidad, como la escasez, los tiempos de paz, así como el heroísmo, y el patriotismo apasionado, en tiempos de guerra.
Una década más tarde, surgía la Nueva China y Fu Baoshi adaptó su estilo de pintura. Dejó de seguir la línea de los grandes pintores de la tradicional pintura china, para perfeccionar su nuevo estilo de pintura paisajista, llamado la “arruga de Baoshi”, basándose en la arruga del pelo del ganado de Wang Meng de la dinastía Yuan.
En septiembre de 1960, Fu Baoshi, entonces director del instituto de Bellas Artes Tradicionales de Jiangsu, lideró un equipo de 13 pintores en una expedición de tres meses, tiempo en el cual esbozaron los paisajes de seis provincias a lo largo de un viaje de 10,000 kilómetros.
Desde los valles del Yangtze hasta el Río Amarillo, desde Shaanxi hasta la cuenca de Sichuan, el refrescante escenario de la Nueva China conmovió profundamente al artista que había cumplido su misión como patriota en tiempos de Guerra.

Fu Baoshi dijo una vez que un gran pintor siempre está en contacto con su época. Su creatividad era como un faro que ofrecía orientación.
Y cuando vio los imponentes picos del monte Hua se llenó de emoción. Pero lo que le tocó el corazón esta vez no fue la triste llovizna de Chongqing en tiempos de Guerra, sino una inconmensurable sensación de orgullo por su próspera y pujante patria.
Con estos sentimientos, Fu Baoshi tomó su pincel. Mirando estas rocas amorfas, el espectador casi puede escuchar el susurro de las pinceladas en el momento de la creación. El espíritu del artista perdura en sus cuadros y en este escenario animado de naturaleza y humanidad.
Fu Baoshi dijo una vez que un gran pintor siempre está en contacto con su época. Su creatividad era como un faro que ofrecía orientación.
Hoy, todavía podemos sentir cómo el artista se fusionó con el mundo natural y retrató la efervescencia de China.
El espíritu de la pintura china es la máxima encarnación del carácter nacional de China.