Recientemente, el periódico japonés Yomiuri informó de que Tokio está considerando el despliegue de más de 1.000 misiles de crucero de largo alcance para reducir la "brecha de misiles" con China. Los misiles, según el informe, serían una versión modificada de los misiles de distancia lanzados desde tierra Tipo 12 de Japón, con un alcance ampliado de unos 200 kilómetros a más de 1.000 kilómetros. Al estar estacionados principalmente en las islas del suroeste y en la región de Kyushu, este posible despliegue situaría las zonas costeras de China a una distancia de ataque de Japón.
El despliegue de estos misiles por parte de Tokio no ha sido una sorpresa repentina. El Ministerio de Defensa de Japón puso en marcha el desarrollo de misiles de propulsión terrestre en el año fiscal 2021, según Nikkei. El gobernante Partido Liberal Democrático de Japón propuso al Gobierno desarrollar capacidades de contraataque, y el primer ministro Fumio Kishida dijo que Japón "reforzará drásticamente sus capacidades de defensa en cinco años", incluyendo "la posesión de capacidades de contraataque". Este nuevo despliegue, según el análisis del Japan Times, podría ser el centro de las conversaciones sobre la adquisición de capacidades de contraataque por parte de Japón en los próximos meses, mientras el país busca completar la revisión de su Estrategia de Seguridad Nacional.
Algunos análisis han señalado las recientes maniobras militares de China en respuesta a la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a la región china de Taiwan como excusa para que Japón ponga en marcha este programa. Algunos han acreditado a la República Popular Democrática de Corea como la principal amenaza que llevó a Tokio a concebir la idea. Pero estas son solo excusas y asociaciones sin importancia.
Japón, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, ha tenido sus fuerzas militares encadenadas. Las capacidades militares ofensivas estaban prohibidas por la Constitución japonesa redactada bajo la supervisión de Estados Unidos. Sin embargo, a lo largo de los años, Japón ha intentado sacudirse los grilletes pieza a pieza. Sus Fuerzas de Autodefensa adquirieron un alcance cada vez más amplio.
La clave de la paz de posguerra en Asia Oriental es un Japón desmilitarizado. Las potencias aliadas decidieron asegurarse de que Tokio fuera incapaz de volver a librar guerras, lo que sentó las bases de la paz entre las principales potencias de Asia Oriental durante décadas. Y Japón estaba en camino de convertirse en la nación pacifista de renombre mundial.
Ese pacifismo se está erosionando rápidamente ante nuestros ojos. Mientras Japón aprovecha los intereses estratégicos de Estados Unidos en la región y juega con las diferentes "amenazas" en Asia Oriental, el país está utilizando cualquier excusa que pueda encontrar para rearmarse a un ritmo alarmante. La Fuerza de Autodefensa de Japón es ya una de las mejores fuerzas militares del mundo, y sus capacidades están haciendo que la "autodefensa" sea un concepto solo de nombre.
A medida que Japón adquiere más y más capacidad militar, podría ser demasiado tarde para detener el tren que está bajando por la vía. Lo único que pueden hacer los países de la región es asegurarse de que están preparados mental y físicamente para lo que pueda venir.