Desde hace 70 años, México ha servido como tierra de experimento por parte de grandes emporios económicos para la manipulación genética de los alimentos y la sobreexplotación de sus campos de cultivo, generando, no solo daños ecológicos, sino también sociales. Para los estudiosos del sector agrícola, los campesinos han perdido la productividad de sus tierras frente a una competencia capitalista que no conoce de ética, sino de intereses capaz de llevar al planeta a su destrucción.
La llamada Revolución Verde con la cual se buscó aumentar la producción agrícola hacia los años 60 desde Estados Unidos, no habría medido las consecuencias a futuro de su proyecto. La manipulación genética, los monocultivos y el capitalismo impuesto sobre la prioridad de producción alimentaria sustentable, hoy expropia la capacidad del campesinado para cultivar, fomenta la mala alimentación. Para los más estudiosos, la biotecnología aplicada en la tierra viene intoxicando al ser humano y consumiendo al planeta.
Calculan que en poco más de seis décadas bajo la industrialización de la agricultura se logró aumentar la producción en un 40 por ciento con respecto a la forma tradicional y sí, se podría decir que fue un avance, pero la pregunta que, tal vez, en el pasado no se hicieron fue a qué costo. Solo fue hasta el sexto informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de 2021 cuando se reconoce que el cambio climático es consecuencia de la actividad antrópica, o sea, que es culpa del hombre. La Revolución Verde no es ajena de responsabilidad.
En México hay ejemplos vivos de los drásticos cambios sobre el ecosistema. El país sufre una gran sequía en varios estados por culpa, en buena parte, de una agricultura con sistemas productivos rezagados.
El cambio podría venir con una realidad de escenarios críticos frente a la humanidad, situaciones que ya existen, aunque en la política mande la negación cuando las llamadas élites industriales salen beneficiadas. Esperan que la misma Revolución Verde sea capaz de generar su propio antídoto, pero ahora sin exclusiones en su aplicación.