Durante los últimos diez días, el Reino Unido ha estado en aguas desconocidas. La monarca más longeva de su historia ha fallecido en una época de cobertura mediática universal. Todos los detalles se han reproducido en tiempo real.
Hace menos de 15 días, la reina Isabel II cumplía una de sus principales funciones como jefa de Estado, supervisar el traspaso de mando entre primeros ministros en el castillo de Balmoral, en Escocia. 48 horas más tarde, se anunciaba su fallecimiento: la primera ministra que acababa de nombrar fue informada con una nota en el Parlamento. Los miembros más importantes de la Familia Real ya habían ido a Balmoral, y el país entró en un periodo de luto nacional.
El viernes 9 de septiembre se disparó una salva de 96 cañonazos en honor al fallecimiento de Isabel II. El nuevo rey, Carlos III, voló de vuelta a Londres y se reunió con la multitud frente al Palacio de Buckingham, para luego pronunciar su primer discurso nacional como monarca.
Carlos III fue proclamado oficialmente rey un día después, en una ceremonia histórica, a la que asistieron su hijo y heredero, el príncipe Guillermo, y altos cargos políticos y religiosos. Y más tarde, Meghan y Harry en una rara aparición pública con el príncipe de Gales y su esposa, Kate se encontraron con la multitud y observaron los homenajes que se habían dejado fuera del castillo de Windsor, cerca de Londres.
El domingo 11 de septiembre, el féretro de la reina salió de Balmoral y fue conducido a Holyroodhouse, en Edimburgo, el primero de una serie de puntos de parada, con multitudes presentando sus respetos por el camino. Desde allí, un día más tarde, la reina Isabel II fue llevada a lo largo de la milla real de Edimburgo una procesión solemne, seguida por el rey y los miembros de la realeza de alto rango hasta la catedral de St Giles, donde el público escocés pudo verla descansar.
Luego, el martes 13 de septiembre, la trasladaron a Londres para pasar una última noche en su residencia oficial, el Palacio de Buckingham, donde la multitud siguió reuniéndose para presentar sus respetos. El rey Carlos, mientras lloraba a su madre, mantuvo una intensa agenda volando para reunirse con los legisladores en las cuatro partes del Reino Unido; Inglaterra, Escocia, Irlanda del Norte y más tarde Gales. Sin embargo, dentro de esa gira, regresó a Londres para la procesión de la reina Isabel II.
El miércoles 14 de septiembre fue trasladada desde el Palacio de Buckingham hasta Westminster Hall, seguida una vez más por el rey y sus dos hijos, observados desde la barrera por cientos de miles de personas y por millones de televidentes. Una enorme operación de seguridad se desplegó, mientras la gente hacía cola durante muchas horas para tener la oportunidad de pasar junto a la única jefa de Estado que la mayoría de ellos había conocido.
Cada detalle de la vida de la reina Isabel fue grabado, filmado, escrito, discutido y digerido, desde su nacimiento hasta su muerte. Ningún otro monarca ha sido documentado tan extensamente. En estos momentos, los líderes mundiales llegan a Londres para su funeral, un último compromiso público en la escena mundial, antes de que sea finalmente enterrada.

El Reino Unido llora el fallecimiento de su monarca más longeva.