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La oportunidad de Sam
Actualizado 2022-10-02 08:30 GMT
CGTN Español

El autor Gustavo Ng, quien reside en Beijing en la actualidad y trabaja en un Programa de la Asociación de la Diplomacia Pública, publicó el 16 de septiembre de este año un artículo de opinión en la revista Dangdai en el que describe algunas experiencias con otros veinte periodistas de América Latina y el Caribe igualmente involucrados en el citado proyecto.

Se trata de un grupo de profesionales de muy variada procedencia, entre ellos: Samuel Sukhnandan, miembro de la Agencia Estatal de Medios de Comunicación de Guyana y colaborador de la cadena de televisión de mayor cobertura de su país y del Guyana Chronicle, el diario más leído en esa nación. 

Sukhnandan coincide con el resto de sus colegas en esta iniciativa al afirmar que “los chinos no son tan tradicionales como se cree. Sobre todo en las grandes ciudades. Su método de pago es más efectivo que el de algunos países occidentales. Usan la billetera WeChat, que es muy conveniente, el sistema de trenes es genial y la mayoría de sus mujeres siempre están vestidas a la moda. China está evolucionando rápidamente y es simplemente diferente, por lo que la gente a menudo la malinterpreta”.

Samuel Sukhnandan, miembro de la Agencia Estatal de Medios de Comunicación de Guyana

Según este intelectual guyanés citado por Gustavo Ng en su artículo, “China da oportunidades, o más bien habría que decir que ofrece oportunidades que pueden ser tomadas por quienes trabajan intensamente para aprovecharlas”.

“Durante 40 años China ha domesticado el capitalismo neoliberal que en el resto del mundo está resultando ser un sistema de explotación devastador. El Partido Comunista Chino lo ha usado como motor de desarrollo y lo ha hecho con tanta eficacia que, siendo una economía gigante, creció a una velocidad trepidante, sólo concebible para un paraíso fiscal.”

“No es necesario describir el milagro económico chino, todos lo conocemos. Cada detalle agrega incredulidad, desconcierto y una sensación algo hipnótica.”

“El fin de la indigencia en el país más poblado del mundo, uno de los hechos sociales más impactantes de los últimos siglos, no sólo para China, sino para toda la Humanidad, pasó perfectamente inadvertido por los medios de comunicación occidentales, en una de las muestras más rotundas del estado de nauseabunda falsedad informativa en que vivimos”, afirma Gustavo Ng. 

Y Prosigue diciendo que, “es un hecho que revoluciona la historia, la política, la filosofía, la economía, la cultura, y obliga a replantear todo. Si algo de su dimensión hubiera penetrado el sentido común de Occidente, estaríamos analizando que hay un desfasaje entre la noción de que el desarrollo de China tiene como objetivo el desarrollo en sí mismo y el hecho de que haya terminado con la indigencia en su sociedad.”

El autor se pregunta en su texto: “¿Debemos creer que el fin de la pobreza es un efecto colateral del desarrollo? ¿O un efecto colateral de la construcción de China como imperio mundial?”

“Parece un pensamiento típico de los más acérrimos guerreros de Estados Unidos, una idea paranoica a la que se le puede contraponer la noción de que tal vez haya algo de verdad en que la prioridad es la gente.”

“El objetivo de que ninguna persona tenga hambre es plenamente humanitario, y un sistema que tiene como prioridad que todos tengan una vida digna es humanista.”

“Y el humanismo -concluye Gustavo Ng- es el quid del socialismo.”

Nota: Este artículo refleja las opiniones de su autor, que no necesariamente coinciden con las del equipo editorial de CGTN Español.