"Los aranceles a China han fallado económica, política y legalmente". "The Hill" publicó recientemente un artículo en el que reconoce que Estados Unidos ha perdido la guerra comercial con China. De hecho, este resultado ya se conocía desde el principio, como lo demuestra un número interminable de evidencias a lo largo de más de cuatro años.

En marzo de 2018, cuando la Administración del entonces presidente de EE. UU., Donald Trump, provocó la guerra comercial contra China bajo el artículo 301, impuso sucesivamente aranceles elevados a las exportaciones chinas a EE. UU. por valor de unos 360 mil millones de dólares y declaró que "la guerra comercial es buena y fácil de ganar". Tras asumir el cargo de presidente, en enero de 2021, Joe Biden mantuvo la política arancelaria del Gobierno anterior hacia China. Sin embargo, los hechos han demostrado que esta guerra arancelaria, que se inició hace más de cuatro años, supone, tal y como reza un dicho chino, "levantar piedras para dejarlas caer sobre sus propios pies".
Los datos económicos son la manifestación más intuitiva. Trump aseguró al principio que la imposición de aranceles a China tenía como objetivo reducir el déficit comercial, promover el retorno de la industria manufacturera a EE. UU. y aumentar los empleos, y añadió que los aranceles impuestos los pagaría China. Sin embargo, una investigación de Moody's demuestra que más del 90 % de los costos arancelarios en la guerra comercial de EE. UU. contra China corren a cargo de los estadounidenses. "Bloomberg" señaló que los aranceles impuestos a China han aumentado sustancialmente el costo de los consumidores y las empresas de EE. UU. y no han logrado revitalizar la industria manufacturera del país.
No solo eso. Según datos del Departamento de Comercio de EE. UU., el déficit comercial del país con China en 2021 aumentó un 14,5 %, hasta los 355.300 millones de dólares, el nivel más alto desde 2018. Otra investigación relacionada muestra que la guerra comercial contra China ha causado que las empresas estadounidenses pierdan 1,7 billones de dólares en valor bursátil, se pierdan casi 250.000 empleos y que el gasto anual promedio de cada familia aumente en casi 1.300 dólares.
Al mismo tiempo, el plan político de EE. UU. también ha quedado frustrado. Según Trump, era necesario iniciar una "competencia estratégica" con China con palos arancelarios para salvaguardar la hegemonía absoluta de EE. UU. en política, economía, asuntos militares y ciencia y tecnología. Pero los resultados muestran que este truco no sirve para China en absoluto. En los últimos cuatro años, China se ha esforzado por construir un nuevo patrón de desarrollo que tome el ciclo interno como eje principal y el ciclo dual nacional e internacional como una nueva estructura de desarrollo que se promuevan mutuamente. En la lucha, China ha mantenido su dignidad nacional e intereses centrales y ha dominado firmemente la iniciativa de desarrollo y de seguridad.
Más de cuatro años de guerra arancelaria contra China muestran que la hegemonía en las relaciones internacionales es un callejón sin salida. Algunos políticos de EE. UU. han presentado esta presión extrema como "el arte del comercio". Pero han descubierto que China no es como ningún otro oponente al que hayan podido reprimir con anterioridad; China no se somete en absoluto a amenazas y a la persecución. Si el actual Gobierno de EE. UU. piensa que puede hacer con herramientas diferentes lo que su predecesor quiso hacer y no pudo, la realidad les hará saber que esta es también una decisión equivocada. El fracaso es inevitable.
Si China y EE. UU. cooperan, se benefician mutuamente; si luchan, se lastiman. Esta es una verdad que ha sido probada repetidamente por los hechos. En la actualidad, la Oficina del Representante de Comercio de EE. UU. está llevando a cabo una revisión sobre los próximos aranceles aplicados a China. No importa qué tipo de decisión tome EE. UU., China sigue diciendo que para hablar, la puerta está abierta; para la lucha, les acompañaremos hasta el final. Esperamos que EE. UU. escarmiente con los fracasos y corrijan las prácticas erróneas, y que dejen de cometer errores una y otra vez. La historia ha demostrado y continuará demostrando que la construcción de un "pequeño patio con un muro alto" solo te atrapa a ti mismo, abrir la puerta puede hacerte avanzar hacia un futuro de cooperación de beneficio mutuo.