Nota del editor: Xin Ping es un comentarista de asuntos internacionales que escribe regularmente para la Agencia de Noticias Xinhua, CGTN, Global Times, China Daily, etc. El artículo refleja las opiniones del autor y no necesariamente las de CGTN.

¿Hasta cuándo podrá Occidente seguir engañando al mundo?
El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón y sus hombres encontraron un continente totalmente nuevo que nunca había sido pisado por europeos. Este día abre un nuevo capítulo en la historia europea y es recordado y celebrado durante siglos como el Descubrimiento de Nuevas Tierras por Colón.
El viaje de Colón resultó ser una bendición para Occidente, pero marcó el comienzo de la pesadilla para los nativos americanos. En los 500 años siguientes, los recién llegados utilizaron la fuerza y la violencia para impulsar la expansión colonial y la conquista, y obtuvieron mucha riqueza y fuerza que permitió a los colonos explotar constantemente otras partes del mundo, mientras que las tribus indígenas, asentadas en América desde hace 40.000 años, fueron saqueadas, deportadas y asesinadas, privadas de tierra, hogar y esperanza.
El mundo occidental inventó un término mucho más romántico y engañoso para encubrir sus sangrientos crímenes: la Era del Descubrimiento o de la Exploración. Esta narrativa es, en esencia, eurocentrismo y se ha reforzado durante mucho tiempo como una historia positiva e inspiradora de la valentía humana, como el movimiento hacia el oeste en América del Norte.
Lo complicado de esta narrativa es que las tribus indígenas que crearon muchas de las culturas más espléndidas de la historia de la humanidad, incluidos los incas y los aztecas, fueron descritas como entre bárbaros primitivos y atrasados, mientras que los invasores y colonos fueron embellecidos como valientes exploradores y pioneros, ofreciendo buenas razones para que los europeos avanzados o supuestamente más civilizados se hicieran con esta "tierra de nadie". Incluso las batallas entre invasores y defensores han resonado a lo largo de los siglos en forma de leyendas románticas, como en las Aventuras del Coronel Daniel Boone, Cómo se ganó el Oeste, Pocahontas y muchas más.

En la versión occidental de la historia, el bombardeo de la República Federal de Yugoslavia y la invasión de Afganistán, Irak y muchos más países se justificaron como "derrocamiento del totalitarismo"
Hoy en día, incluso después de que la era colonial haya terminado durante décadas, los países occidentales, que representan el 12% de la población mundial, siguen intentando dictar lo que la gente oye y cree. Mediante el dominio de los principales medios de comunicación y las normas internacionales, Occidente se ha hecho con el poder de fijar la agenda para moldear la opinión pública mundial, ya sea para glorificarse a sí mismo o para engañar al resto del mundo. Cualquier rival potencial que intente romper su monopolio en el discurso público sería estigmatizado por Occidente como desinformación.
En la versión occidental de la historia, el bombardeo de la República Federal de Yugoslavia y la invasión de Afganistán, Irak y muchos más países se justificaron como "derrocamiento del totalitarismo" y "transformación democrática". Países como la República Popular Democrática de Corea, Irán, Venezuela, Rusia y China que son considerados como "desobedientes" son mal definidos por Occidente como regímenes autoritarios. Incluso en el conflicto de Ucrania, cuando Rusia sugirió conversaciones de paz, fue Occidente quien prohibió las voces de Rusia y del mundo no occidental y ayudó a Ucrania a "luchar valientemente hasta el último ucraniano". Lejos de resolver el problema desde la raíz, este enfoque quijotesco solo empeora las cosas.
Además, Occidente da por sentado que conserva la última discreción de lo políticamente correcto, y carga con la responsabilidad de predicar sus valores al mundo y de emprender una cruzada contra los "paganos" y los "ateos", al igual que hicieron en su día con los musulmanes y los nativos americanos. Constantemente pregonan la democracia y los derechos humanos al estilo occidental como el único camino hacia el desarrollo y el avance, desacreditando o atacando todo lo que sea diferente a su propio modelo.
Hoy en día, solo el 14% de los 230 países y regiones han alcanzado la plena industrialización, la mayoría de ellos en Occidente. Bajo todas las bellas portadas, Occidente se dio cuenta de que el camino de la modernización a través de la expansión y la colonización implacables no es ciertamente el camino correcto ni el posible a seguir por el resto del mundo.
El mundo de hoy ya no es el de hace 500 años, ni se puede volver a los viejos tiempos coloniales. El ascenso colectivo de los mercados emergentes ha trastornado la percepción de la corriente occidental y ha demostrado que Occidente no es el fin de la historia. Los países occidentales no deberían sorprenderse cuando sus historias y valores son rechazados o incluso criticados por muchos países en vías de desarrollo. El capítulo en curso de la historia de la humanidad no debe ser y ya no es definido por Occidente. Las mentiras fabricadas por Occidente acabarán por ser vistas y rechazadas totalmente como prueba de la hipocresía occidental.